Kim: Mi primita… Mi putita (I)
Nunca pensé convertir a mi
primita en la putita más dócil y deseosa que hubiera visto
De
pronto estando en mi cuarto se escucharon murmullos en la planta baja, donde
están la sala, cocina, y varias habitaciones más; me disponía a ver qué pasaba
abajo cuando mi madre alzó la voz.
—
¡Hijo baja!, ven a ver quién llegó —
“Noo…
ahora quién demonios…” pensé algo molesto pues no me agradaba mucho tener
visitas.
Pero
de todas formas me arreglé un poco el cabello, me cambie la ropa por una algo
más presentable y me dispuse a bajar.
Al
bajar las escaleras observo a mi madre charlando en la cocina, pero aun no
logro ver con quien.
Me
acerqué, y vi que era mi tía Rose, que hacía tanto que no la veía que por uno o
dos segundos no supe quién era, pero finalmente la reconocí, pues la había
visto en fotos familiares.
— Hola tía…— dije sonriendo
aunque por dentro no me agradaba en demasía el encuentro, pues no nos
conocíamos mucho
— Hola… ¿eres Miguel? mira que
grande estás ya… cuando te vi la última vez eras un chiquillo — dijo con una
sonrisa y expresión que parecía sincera
— Bueno,
bueno— dijo mi mama — Hijo, tu tía pasará las vacaciones aquí, así que
la
veras por la casa eeh… — dijo sonriéndome mi madre que siempre le había gustado
tenerme al tanto de las cosas
— ¿Como?…
¿aquí en la casa?… — dije intrigado con curiosidad
— Pues… no, no precisamente… —
agregó mi mama — Sino que ella compró la casa en venta que está vecina a la
nuestra… ¿recuerdas? —
—
Claro, esa mansión… — dije riendo y como no recordarla si con lo grande que era
desentonaba un tanto con las demás casas del lugar, que no eran muchas por
cierto, aunque generalmente estaba sola, y sus dueños la habían puesto en venta
hacia algunos meses
—Aunque…
eso no quiere decir que tu tía no pase una o dos… o quizás diez noches aquí… —
dijo sonriendo mi mama
— Claro,
okey, entonces estaré arriba… —
— No no,
espera aun no conoces a la otra inquilina— replicó mi mama curiosamente
—
¿Otra? — dije confundido —… ¿que la tía trajo una amiga? — dije riendo
amistosamente, podría haber pensado que era mi tío, pero claramente había dicho
“inquilina”
así que no era él.
— Noo… es mi pequeña… ¡¡Kim… ven
acaá…!! — gritó sonoramente mi tía para llamar a su hija
De pronto entró por
la puerta una pequeña de corta edad, a simple vista era una nenita, de piel muy
blanca, de quizás 1.50 m de altura a lo mucho, cabello muy negro y lacio que
tenía peinado en un par de coletas de niñita, su cuerpo aún era de niña pero
asomaba que en unos pocos años tendría un cuerpo de locura, pues sus pechitos
ya asomaban haciendo un poco de volumen bajo su ajustada blusita blanca,
asombroso para su corta edad; su cadera era poco notoria pero llevaba una
minifalda rosa de algodón muy
pequeña
que mostraba sus piernitas blancas y hermosas, y sus nalguitas eran abultaditas
para su tamaño, era aún un poco niña en su físico pero por momentos
se
veía ya como una jovencita, estaba floreciendo aun, entrando casi en la etapa
de la adolescencia, pero aun por su andar tierno, su voz de chiquilla traviesa
y su ropita colorida e inocente mostraba que no tenía nada de malicia “aun”, o
eso creí…, quizás por la educación que recibía quise pensar; su carita era
hermosa, vi ese par de ojos color miel brillantes y su sonrisita de labios
rosados, casi rojos, se mostraban tan suaves en su angelical y juguetón rostro,
contrastando con su blanca piel.
— Hola mami
— dijo con una voz tierna y algo tímida por mi presencia
— Ven princesa mira… él es tu
primo Miguel — dijo mi tía señalándome al tiempo que la pequeñita volteaba a verme
tímidamente
— Hola pequeña… —
dije sonriendo, inclinándome ligeramente, para acariciarle sutilmente el
cabello, esta vez sin fingir mi sonrisa, pues era una niña muy linda y lo de
pequeña lo dije porque su mama la trataba como una niña así que yo también,
aunque ya no tenía el cuerpecito precisamente tan de niña
— Hola… me llamo Kimberly pero
mi mama me dice Kim… — dijo sonriendo tierna y tímidamente
— Okey linda
yo soy Miguel y… puedes decirme Miguel, o… primo — dije sonriendo
— Está bien… — dijo dibujando
una sonrisa que en ese instante me pareció de lo más seductora
— Muy bien hijo, ahora si puedes
ir a tu habitación si gustas — dijo mi madre sonriendo
— Okey ma´ —
respondí mientras me dirigía a mi cuarto
Una
vez en mi cuarto sin nada que hacer, entre las cosas que hacia, no dejaba de
darme vueltas en la cabeza la imagen de mi primita en esa faldita enseñando
esas esbeltas, blancas y tersas piernitas.
Ya
hacía un tiempo había querido romperle el culito a alguna nenita de su edad,
pero había dejado de pensar en eso…, pero ahora la oportunidad era más que
perfecta.
Durante
toda la tarde no deje de pensar como seria sentarla con su frágil cuerpecito
sobre mí, mi verga clavándose en lo más profundo de su virgen anito, como
gritaría tras sentirse llena y como seria inundarle de leche su apretado
culito… uff… me moría de ganas… pero… ¿como?… además ¿cuándo y dónde? no podía
dejar que alguien se enterase de mis intenciones o me metería en serios
problemas.
Para
entonces ya era tarde y me dirigí a darme un baño para bajarme la calentura,
tuve que hacerme una paja y así terminé de bañarme, salí del baño y me fui a mi
habitación, y aun con la calentura a mil me dispuse a dormirme pues quería al
otro día tratar de dar el primer paso, aunque no tenía mucha certeza de cómo…
pero en fin, terminé quedándome dormido.
Al
despertar eran alrededor de las 9:30 de la mañana pues como en vacaciones no
acostumbraba poner el despertador o alarma del celular, pues despertaba hasta
que mi cuerpo lo quería.
Una
vez despierto me apresuré a darme un baño, una vez que me duché y me cambié
solo seguía habiendo una cosa en mi mente “cojerme a mi primita”, pensando y
pensando en cómo hacerme de una situación en la que pudiera hacer caer a esa
hermosa nenita, pero nada, siempre había gente en casa, aunque por lo menos ya
me llevaba más con mi nueva primita, así pasaron cinco o seis días en los que
fui acercándome de manera natural y cariñosa a mi primita y me gané su
confianza
al
grado que ella pasaba casi todo el día cerca de mi donde yo estuviera, y cuando
yo no estaba en casa porque salía por alguna razón, al llegar a casa me
reclamaba porque no había estado con ella o porque no la había llevado conmigo
como lo hacía en ocasiones.
Seguía
siendo una pequeñita tímida pero más acostumbrada a mi y mas cariñosa conmigo;
era un deleite verla por la casa en poca ropa, pequeños shortcitos de licra
ajustada y blusitas translucidas de niña que con su cuerpecito en desarrollo se
veía buenísima aun siendo pequeña; yo aprovechaba para cargar su liviano
cuerpecito juguetonamente en repetidas ocasiones y para pasar mis manos sobre
sus desnudas piernitas, apretarle sus cálidos y suaves muslos o incluso
estrujarle las nalguitas o las tetitas en algunas ocasiones, observándo
continuamente como parecía gustarle tener mis manos sobre ella y pronto abusaba
ella misma de sentarse encima de mí buscando mis caricias, provocándome
erecciones que mi nenita aumentaba con sus nalguitas o su conchita sentadas
justo encima de mi verga, mis manos la tomaban de la cinturita y la apretaba
contra mí por algunos instantes.
Esto
se repetía tantas ocasiones que tenia la verga en unas constantes y deliciosas
erecciones que por momentos me costaba disimular, o tratar de hacerlo; pues seguramente
mi nenita sentiría eso que se me aplastaba bajo sus nalguitas; era una
tentación tenerla encima mio, acariciándole el cabellito, haciéndole cosquillas
y demás, solo para seguir disfrutando de su peso y de su calorcito corporal
sobre mi verga, y mi nena sonreía casi cómplicemente cada que la veía a los
ojitos.
“Ya
había dado el primer paso”, pensé mientras estaba solo, pero ahora tendría
que
buscar como dar el siguiente paso, pero siempre había gente cerca, me refiero a
mi madre y a mi tía; pero fue entonces que poco después escuché que mi madre me
decía:
— Miguel, tu tía y yo vamos a ir
a casa de Martha y volvemos en unas dos o tres horas hijo —
— Okey quizá vaya con unos amigos, ¿está bien? — respondí
resignado a que no podría poner en marcha mi plan…
— No, no, hoy si no, necesito
que te quedes y cuides a tu prima que está enfermita de gripe y de su garganta
y no quiso ir —
— Pero… mmm… okey ma
́ ya que— dije un poco molesto pues no quería cuidarla enferma, pues no se podría
hacer nada al estar enferma
— Solo cuida que no se salga por
ahí o que no haga travesurillas — dijo mi tía con voz amistosa
— Okey… yo
la cuido, vayan —
—
Está bien, ten cuidado, nos vemos más tarde hijo — dijo mi madre mientras oía
que su voz y la de mi tía se perdían tras cerrar la puerta de la calle y
escuchar momentos después el encender del automóvil.
Pasó alrededor de
media hora, y pues tenía una labor, tenía que ver que estaba haciendo mi
primita o si necesitaba algo, así que salí de la casa y me adentré a la entrada
de la casa de mi tía, que como ya había comentado está vecina de la nuestra y
es grandísima, así que entré y pues no sabía muy bien en donde era el cuarto de
mi primita.
Había
un montón de corredores y faltaba la segunda planta, además nunca había ido al
cuarto de mi primita en las veces que había estado en casa de mi tía; hurgué en
corredores, sala y cocina y lo que quedaba de la planta baja y vi que no
estaba,
así que me dirigí a la planta alta y comencé a dar unos ligeros gritos
llamándola.
—
¡Kim! ¡¡Kim ¿dónde andas?!! —
No
obtuve respuesta sino hasta que me acerqué a una habitación más al fondo.
—
¡Aquí primito! — respondió mi prima después de reconocer mi voz
Así
que me dirigí hacia donde había escuchado aquella dulce vocecita, y una vez
ahí…
— Hola preciosa — dije viéndola
envuelta en su camita pues hacía algo de frío, estaba nublado afuera
— Hola primito ¿dónde estabas?… ya me había asustado de
estar solita — dijo con una risita angelical e inocente que me pareció súper
atractiva
— Pues estaba viendo TV, cómo
estás enfermita pensé que estarías dormida, pero ya veo que no… —
— Jeje pues
no claro que no tonto, solo fingía — dijo traviesamente mi primita
— ?! ¿Cómo que fingías?… ¿no
estás enferma? — dije confundido ante lo que decía la que yo pensaba que era mi
primita “inocente”
— Pues no, no estoy
enfermita — dijo risueña, incorporándose un poco sobre la cama, aun envuelta
entre sus cobijas
— ¿Y para
que finges mentirosita?— dije confundido sonriendole
—
Pues para que te quedaras a cuidarme, yo estoy chiquita y no quería ir con mi
mama, quería quedarme aquí contigo… — agregó con esa miradita juguetona que
seguía prendiéndome; además pues si no estaba “enfermita”, quizá podría poner
en practica mi plan, o mas bien, mis deseos; en momentos como este me
preguntaba si en verdad era tan “inocente” como intentaba parecerlo, o si sólo
era una pequeña zorrita aguardando a que su primo le metiera mano, esperando a
que fuese hacia ella y le hiciera más que eso
— Pues aquí
estoy princesa, y… ¿qué quieres hacer? — dije tratando de ir más allá
— Pues ven acuéstate
conmigo un ratito porfa ¿sí? — respondió con una miradita de lo más inocente
que me acabo de prender, ya mi verga me dolía bajo el pantalón, así que ni
muerto me hubiera negado a aquella invitación tan “inocente”
— Bueno, ya voy — dije mientras
me subía a la cama y me metía bajo la suave tela con que estaba cobijada
Y
entonces, al meterme en la cama y levantar las sabanas, me percaté de que mi
pequeñita estaba solo con una pequeña blusita amarilla de tirantes que le
llegaba apenas hasta el ombliguito, transparentando y marcando su casi infantil
cuerpecito; y debajo tenía solo unos ajustaditos calzoncitos rosados que se
amoldaban ajustadamente a esas pequeñas nalguitas tan paraditas, dejando
expuestas completamente sus blancas y hermosas piernitas.
Aquella
imagen terminó de extasiarme y de matar cualquier resquicio de cordura que
pudiera tener en ese momento, ahora solo quería gozar y hacer gozar a esa
nenita preciosa.
— ¿Y ahora qué hacemos? — dije
impaciente, esperando una respuesta que ayudara a mis intenciones
— No sé… tengo frío ¿porque no
me abrazas? ¿sii? — añadió con una miradita de pequeña colegiala, si, a su
inocente forma pero era una putita
— De acuerdo voltéate con tu
espaldita hacia mí para poder abrazarte, porque si no no voy a poder… — dije
sabiendo que lo haría y me dejaría todo su culito hacia mí
— Está bien…
— respondió mientras se volteaba quedando de espalda a mi
— Bien
princesa solo espera, deja me quito este pantalón que es muy incómodo ¿va? —
— …Si… está
bien… pero apúrate tengo frío — dijo juguetonamente
—
Ya voy ya casi estoy listo preciosa…aquí voy — dije mientras me metía
nuevamente en la cama, le pasaba mi brazo por encima de su cuerpecito y la
abrazaba atrayéndola hacia mí, dejando mi verga que estaba durísima bajo mi
bóxer, completamente pegada a
su
culito, podía sentir como me palpitaba de lo dura que estaba y seguramente ella
también lo sentía
— ¡Ay abrázame más primito! ¿…O
que no me quieres? — dijo mientras se hacía más hacia mi provocando que mi
verga se doblara contra su culito y me doliera ligeramente —… ¿Oye que traes
ahí que no deja que me abraces? — agregó mi primita refiriéndose a mi verga,
habiéndola ya “notado” causándole “curiosidad”
— Ah, perdón em… pues es mi… mi
pene… — dije con un poco de inseguridad ante su reacción pero aun así me
calentaba montones
— ¿Y… qué es eso? — dijo
sonriendo con una carita que me dejo en claro que nunca había visto uno
— Pues es un… — pensé en que
cosa decirle y decidí usar su inocencia a mi favor — Es un juguete solo para
niñas buenas y lindas como tu princesa —
—
¿En serio?, pues yo quiero jugar primito porfa, ¿déjame verlo si? — dijo
revolviéndose en la cama y rogando que se lo mostrara, así que ahora si la
tenía como quería
— Pero las niñas buenas deben
ser obedientes ¿entendido?, y las princesas deben mantener esto en secreto —
— Sii… como tu me digas primito,
¡enséñame enséñame! — repitió mi nena, es obvio que mi pequeñita era de lo mas
caprichosa
— Bueno, pero yo te diré como lo
uses, hay varias maneras pero hoy jugaremos de una manera, ¿sí? —
— Sii,
¿puedo verlo ya? — dijo impaciente por “jugar”
— De acuerdo princesa, pero tú
tienes que sacarlo — yo solo tenía puesto un bóxer negro muy ajustado que me
presionaba la verga y me estaba matando
— Está bien… deja lo saco — dijo
mi prima sonriendo mientras sus manitas comenzaban a hurgar en mi bóxer
Sentía
sus manitas tocar mi glande y la base de mi verga pero no atinaba a agarrarlo,
hasta que por fin lo hizo y lo tomó con su manita derecha, mientas con la otra
manita deslizaba nerviosamente mi bóxer hacia abajo para liberar mi verga que
se erectó hacia ella al salir de bajó mi ropa, su mirada se clavó sobre aquella
cosa que tenía entre sus pequeñas y suaves manos, lo movía hacia los lados y lo
apretaba curiosa, moviendo sus manitas sin experiencia; pero yo la haría una
experta.
— Wow primo… es muy
grande y muy duro… y está caliente, ¿no te duele primito? — preguntó curiosa mi
prima con las mejillas algo rojas por alguna razón mientras me la doblaba un
poco
Y
nuevamente decidí jugar con su “aparente” inocencia.
— Pues si primita la
verdad si, y solo una niñita como tu puede hacer que no me duela, ¿puedes hacer
eso por mi preciosa? — dije sonriendo
— Emmm… está bien primito… ¿qué
tengo que hacer? — dijo inocentemente mirando con atención mi verga
— Pues primero tienes que lamerlo… chuparlo y jugar con “él”
en tu boquita — dije sin dudarlo, pues de eso es de lo que me moría de ganas
—…
¿De verdad primo? — preguntó un poco sorprendida y dudosa
— Si, bueno…
si quieres que ya no me duela — dije jugando con la mente de la niña
— Si quiero
eso primo, está bien, pero como lo hago… ¿? Es que no se… —
— Pues solo chúpalo como una
paleta y trata de meterlo lo más que puedas en tu boquita — agregué impaciente
— Bueno ya voy primito — dijo
dudosa, mientras la tibieza de sus manitas me hacia palpitar contunuamente la
verga
Entonces
mi primita se colocó sobre la cama entre mis piernas y comenzó a dirigir mi
verga a su boquita, comenzando a darle pequeñas lamidas a mi verga, tratando de
sentir su sabor; aquella escena, mi primita hermosa lamiéndome la verga, era lo
más delicioso y excitante que había sentido, con solo unas lamidas y mi glande
metiéndose a su boquita, ya sentía que mi verga quería estallar dentro de su
pequeña boquita e inundársela de leche; mi verga latía y palpitaba con cada
lamida de su lengua.
—
Mmm…eso…muy bien hermosa, ahora debes metértelo lo más que puedas en tu boquita
¿sí? —
Asintió
con la cabeza y comenzó a engullirse de nuevo la punta de mi verga en su
boquita, fue difícil pues su boca era pequeña, pero tras dos o tres intentos ya
tenía poco mas que mi glande en su boquita, su aliento golpeaba en mi miembro y
el calor de su boquita calentaba aún más mi verga, era delicioso ver como ya un
poco de saliva salía entre sus tiernos labios, parecía que le gustaba pues no
se la sacaba de la boca para nada, estuvo así durante unos pocos minutos que a
mí me parecieron segundos, y paró un momento pues ya no podía respirar bien.
— Vamos nena ¿porque te
detienes?, debes metértela toda o te castigaré… — dije tratando de intimidarla
— Si primito… pero
no creo que me entre toda en mi boquita… — respondió mi nena que estaba hincada
entre mis piernas con la boquita humedecida de su propia saliva y mi verga en
su manita igual o más húmeda con el fluido de su boquita
Comenzó
a tragarse de nuevo mi verga esta vez casi hasta la mitad con dificultades, la
deje mamármela un momento y después la tome de la cabeza y comencé a intentar
metérsela más adentro, de primero le daban arcadas y tenía que sacársela y
volver a
metérsela,
estuvimos así durante algunos quince minutos hasta que de un empujón atraje
toda su cabecita hacia mi verga y esta se perdió casi por completo en su
boquita.
Sentía
su gargantita queriendo arrojar al intruso pero yo presionaba su cabeza contra
mí, manteniéndola ahí durante unos segundos, hasta que vi que movía su
cabecita, y sus manitas hacían esfuerzos inútiles por quitar mis manos pues ya
no podía respirar, tras unos instantes liberé su cabecita y dejé que mi verga
saliese del dulce interior de su boquita, la cual estaba completamente inundada
de sus babitas.
Mi
nena respiraba agitada con la boquita entreabierta llena de hilillos de saliva
fuera de ella, mientras yo sostenía su cabecita con mis manos, quitando de su
carita sus desordenados cabellitos.
—
Mmm…uff… que delicia… ¿te gustó hermosa? — pregunté queriendo ya volver a meter
mi verga dentro de esa tierna y pequeña boquita que probaba su primera verga
—…Me
gusta chupar tu cosa… sabe rico, pero al final ya no podía respirar, eso no me
gusto… —
— Pronto podrás aguantar mucho
más con ella dentro, y si la quieres chupar tendrás que dejar que yo te la meta
toda en tu boquita cuando yo quiera, ¿o ya no la quieres chupar?
— dije
mirándola fijamente
—
¡! No primito no, yo quiero chupártela mucho y puedes metérmela hasta adentro
cuando quieras — dijo sobresaltada mi prima al saber que según ya no la dejaría
chupar eso que acababa de probar
— De acuerdo nena, ahora ven
vamos otra vez, esta vez tendrás que tomarte toda la lechita que salga, no
tirarás ni una gota, sino te daré un castigo, ¿de acuerdo? —
— Está bien pero no me castigues
primito por favor… — dijo seriamente mi prima con carita de no saber muy bien a
que “lechita” me refería
— De acuerdo
ahora ven princesa… —
Volví
a dejarla chupar a gusto durante un momento y después nuevamente comencé a
metérsela más, aun le daban arcadas pero ya no me importó y el mete y saca era
continuo desde sus labios hasta topar el fondo de su garganta, apretaba los
dientes tratando de no explotar aun, aquello me estaba matando de placer, nunca
hubiera imaginado que fuera tan bueno, mi verga palpitaba con cada roce de su
lengüita, cada caricia de sus pequeños labios sobre mi miembro me hacían casi
acabar, incluso el roce de sus dientitos inexpertos lacerando mi miembro eran un
delirio sublime.
Quería
darle más y más en esa deliciosa boquita, pero finalmente no pude más y con los
últimos bombeos de mi verga se la clavé en lo más hondo de su gargantita y
exploté en una corrida que me hizo temblar de la excitación, mis manos seguían
aferradas a su cabecita manteniéndola inmóvil con mi tranca en su garganta, a
cada espasmo un chorro más de mi corrida golpeaba su gargantita.
—
¡Tómatelo princesa agh!… tómatelo! — indiqué a mi nena con los ojos
entrecerrados de placer, sujetando con mis manos su cabecita haciéndola tragar
leche por primera vez, sentía el movimiento de su garganta al tragar todo lo
que recibía para no ahogarse, de a poco fui sacándosela de la boquita
haciéndola apretar los labios para que succionara los restos en mi verga, así
lo hizo y salió finalmente mi carne erecta ya un poco flácida
y completamente limpia, vi su
boquita y aún quedaba bastante semen en ella pero no duró mucho pues al
instante tragó todo como le había indicado, la hice mostrarme su boquita ya
completamente limpia, sonreía cual puta después de haberte corrido en su
cara,…quizás… ya era mi putita
— ¿Lo hice
bien primito…? — dijo sonriéndome con una mirada de auténtica zorrita
—
Estuviste muy bien hermosa, ¿te gusto mi leche? — pregunté limpiandole los
ojitos llorosos, sintiendo sus cachetitos algo pegajosos por la mezcla entre mi
fluido seminal y su saliva
— Si, estaba
muy calientita y sabe saladita jeje — dijo riendo mi tierna nena
— Que bueno
que te gusto porque de hoy en adelante tomarás toda la que te dé —
— ¿De verdad primo?… a mí me
encantaría tomar más ahora — sonrió, sin saber cómo me calentaban con sus
palabras
— No nena,
ahora te toca a ti sentir rico —
— ¡Si yo
quiero sentir rico también! — pronunció con sus hermosos labios rojitos
— Está bien hermosa, primero
quítate toda tu ropita y acuéstate aquí boca arriba, levanta las piernitas y
ábrelas bien, ¿de acuerdo? — indiqué tumbándola sobre las sabanas
Al
instante la impaciente chiquitina se despojó de su blusita y yo mismo le saqué
sus calzoncitos; e impaciente abrió de par en par sus piernitas tal cual le
había indicado, por primera vez veía su total desnudez de niña, sus pequeños
pezoncitos sobre esas pequeñas montañitas de carne que ya asomaban a
convertirse en pequeños senos, su conchita era apenas una rayita rosada que se
veía demasiado apretada y cerradita, y más abajo estaba un pequeño puntito que
era su anito, se veía imposible que algo entrara en cualquiera de sus hoyitos…
moría de ganas por metérsela ahí mismo aunque llorase y gritase, aquello ya me
tenía completamente erecto de nuevo, ahora iba a tratar de darle su primer
orgasmo a mi nena comiéndole su virgen coñito hasta que se desmayase.
—
¿Lista mi amor?, bien abiertas las piernitas eh, y muéstrame tu “colita” hacia
mí — en ese momento le tomaba las piernitas con mis manos abriéndoselas lo más
posible, dejando su rosado y pequeño manjar al alcance de mi boca; casi babeaba
de ganas de probar esa tierna conchita
— Si primito ya hazme, quiero sentir rico — dijo impaciente
o quizás caliente mi prima
—…
¿Cómo sabes que sentirás rico Kim? — pregunté curioso
—…Porque…
yo me toco ahí… y se siente rico… — respondió algo rojita de la cara la putita
chiquitina, “confesándome” que se tocaba el coñito
Al
instante comencé a dar pequeñas lamidas en su hoyito entre sus apretados y
pequeños labios vaginales, el olor de su cochito era delicioso, comenzó a dar
pequeños gemidos y risitas, al principio apenas podía escucharlos, pero pronto
comenzaron a ser largos gemiditos y suspiros, sus piernitas temblaban y se
movían inquietas en mis manos, después de varios minutos sin darle descanso a
su tierna panochita su espalda se arqueaba anunciando su primer orgasmo.
—
¡Ahh!…. ¡Mmmm!….primo siento muy rico… siento que me voy a hacer pipí mmm
¡ahh!…. — mientras yo seguía deleitándome haciendo suaves y marcadas lamidas en
su pequeño botoncito, jugaba con su clítoris succionándolo con mis labios,
alentado por sus descontrolados gemidos seguía haciendo gritar a mi primita —
¡Ahhy… me va a salir y se siente muy rico, siiii…. primito ahhy!…. — mi nena
iba a explotar en su primer orgasmo en su vida, aunque ella se había tocado el
coñito antes nunca había sentido “eso”, esto lo supe al preguntárselo después;
sin siquiera entenderlo muy
bien
estaba por darme sus primeros juguitos
Hundí totalmente mi boca en su
conchita al sentir como mi pequeñita explotaba entre grititos, temblando
descontroladamente, revolviéndose lo poco que podía en la cama, jalando mi
cabello con sus manitas inquietas victima de las sensaciones en
su cuerpecito; mi
nena seguía sin dejar de gemir, disfrutando los últimos espasmos de su orgasmo,
que claro yo había recibido con gusto en mi boca completamente, lo había bebido
como el más delicioso néctar.
Durante
algunos momentos dejé que se repusiese de lo sucedido, estaba temblorosa sobre
la cama con la respiración agitada aun, mi princesa había resultado de las
escandalosas a la hora del orgasmo y a la hora de gemir como putita, se veía
tan hermosa ahí que pensé en romperla mientras seguía débil para que no
opusiese resistencia; sus nalguitas blancas y paraditas se mostraban de lado a
mí, pero no, si lo quería hacer, seria con un poco de su consentimiento al
menos, eso si quería poder repetirlo cuando yo quisiera y para no tener
problemas por si decía algo.
— Primito… ¿puedes hacérmelo
otra vez? — dijo aun débilmente mi prima mientras volteaba hacia mí, sí que
sería una putita de las buenas, y sería mía
—
No princesita hoy no, porque ya casi llega tu mami y te puede regañar, además
no quiero que te canses tanto porque mañana te meteré mi pene en tu cochito y
quiero que estés bien descansada, ¿de acuerdo? — dije pasando ligeramente mis
dedos por su rosada y pequeña panochita la cual estaba destinada a sentir mi
verga desvirgándola, a sentirme rompiendo su tierno himen
— Mm… bueno — dijo desanimada mi
primita — Pero no creo que puedas meterme tu cosa en mi hoyito, está muy
chiquito aquí — respondió consternada mi prima mientras veía fijamente mi verga
y pasaba sus deditos por los labios de su rosada conchita
— Ya verás
que si Kim… ya verás cómo te la enterraré entera en tú apretado hoyito —
—
Si primo… ya quiero que me la metas mañana — dijo sonriendo; más después me
enteré que aunque nunca había hecho nada sexual, por lo menos había escuchado
en qué consistía lo que haríamos, y sabía que “meterlo” se sentiría “rico” por
eso aceptaba tan gustosa la propuesta, pero a la niña lista le gustaba más
hacerse la que no sabía nada, aun cuando lo único que sabía mi pequeñita era
eso, respecto al resto de cosas si era inocente mi tierna primita quien pronto
estaría abriéndome sus piernitas para qué le rompiera el virgo
“Si
claro, veamos si dices eso cuando estés berreando del dolor mañana”, pensé
mientras me arreglaba la ropa.
— Pero haber, ya Kim, ponte tu
ropita otra vez y recuerda, no le dirás nada de esto a tu mamá porque te
regañará, ¿de acuerdo? — dije asegurándome de que no hablaría
—
No primo, no le diré nada, pero si ya no “juegas” conmigo mañana como dijiste
me pondré triste… — agregó mi prima con una mirada de niña mimada que me volvía
a poner la verga a mil
— No te
preocupes princesa, seguro que jugaremos —
— Primo
pero… — insistió mi nenita mientras la ayudaba a subirse sus calzoncitos
— ¿Si
princesa?… —
— Pero si no quieres que nadie
se entere, ¿cómo jugaremos mañana si mi mamá estará aquí? — era una buena
pregunta, era lista mi nena, pero yo tenía una buena respuesta
— No hay problema
princesa, mañana mi mamá va a ir a casa de la tía Laura y seguramente llevará a
tu mami, pero tú tienes que hacer que tu mami no te lleve con ella
—
— Pues, le
diré que sigo enfermita — dijo risueña
—
No, no Kim, si le dices eso pensará que de verdad estas enferma y te llevará al
doctor, tienes que decirle algo como… “Mami, mejor me quedo con mi primo y que
él me cuide… además no quiero ir, allá me aburro” —
— Siii, le
diré eso, ¡te quiero! — dijo mientras me daba un tierno beso en la mejilla
— Bien ahora
ven vamos abajo que ya va llegando mamá — le dije escuchando
el
sonido del motor fuera de la casa; aún podía sentir el delicioso sabor de su
virginal coñito en mi boca
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