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martes, 21 de febrero de 2017

KIM


Kim: Mi primita… Mi putita (I)
Nunca pensé convertir a mi primita en la putita más dócil y deseosa que hubiera visto





De pronto estando en mi cuarto se escucharon murmullos en la planta baja, donde están la sala, cocina, y varias habitaciones más; me disponía a ver qué pasaba abajo cuando mi madre alzó la voz.

— ¡Hijo baja!, ven a ver quién llegó —

“Noo… ahora quién demonios…” pensé algo molesto pues no me agradaba mucho tener visitas.


Pero de todas formas me arreglé un poco el cabello, me cambie la ropa por una algo más presentable y me dispuse a bajar.

Al bajar las escaleras observo a mi madre charlando en la cocina, pero aun no logro ver con quien.

Me acerqué, y vi que era mi tía Rose, que hacía tanto que no la veía que por uno o dos segundos no supe quién era, pero finalmente la reconocí, pues la había visto en fotos familiares.

— Hola tía…— dije sonriendo aunque por dentro no me agradaba en demasía el encuentro, pues no nos conocíamos mucho

— Hola… ¿eres Miguel? mira que grande estás ya… cuando te vi la última vez eras un chiquillo — dijo con una sonrisa y expresión que parecía sincera

— Bueno, bueno— dijo mi mama — Hijo, tu tía pasará las vacaciones aquí, así que

la veras por la casa eeh… — dijo sonriéndome mi madre que siempre le había gustado tenerme al tanto de las cosas

— ¿Como?… ¿aquí en la casa?… — dije intrigado con curiosidad

— Pues… no, no precisamente… — agregó mi mama — Sino que ella compró la casa en venta que está vecina a la nuestra… ¿recuerdas? —

— Claro, esa mansión… — dije riendo y como no recordarla si con lo grande que era desentonaba un tanto con las demás casas del lugar, que no eran muchas por cierto, aunque generalmente estaba sola, y sus dueños la habían puesto en venta hacia algunos meses

—Aunque… eso no quiere decir que tu tía no pase una o dos… o quizás diez noches aquí… — dijo sonriendo mi mama

— Claro, okey, entonces estaré arriba… —

— No no, espera aun no conoces a la otra inquilina— replicó mi mama curiosamente

— ¿Otra? — dije confundido —… ¿que la tía trajo una amiga? — dije riendo amistosamente, podría haber pensado que era mi tío, pero claramente había dicho

“inquilina” así que no era él.

— Noo… es mi pequeña… ¡¡Kim… ven acaá…!! — gritó sonoramente mi tía para llamar a su hija

De pronto entró por la puerta una pequeña de corta edad, a simple vista era una nenita, de piel muy blanca, de quizás 1.50 m de altura a lo mucho, cabello muy negro y lacio que tenía peinado en un par de coletas de niñita, su cuerpo aún era de niña pero asomaba que en unos pocos años tendría un cuerpo de locura, pues sus pechitos ya asomaban haciendo un poco de volumen bajo su ajustada blusita blanca, asombroso para su corta edad; su cadera era poco notoria pero llevaba una minifalda rosa de algodón muy


pequeña que mostraba sus piernitas blancas y hermosas, y sus nalguitas eran abultaditas para su tamaño, era aún un poco niña en su físico pero por momentos

se veía ya como una jovencita, estaba floreciendo aun, entrando casi en la etapa de la adolescencia, pero aun por su andar tierno, su voz de chiquilla traviesa y su ropita colorida e inocente mostraba que no tenía nada de malicia “aun”, o eso creí…, quizás por la educación que recibía quise pensar; su carita era hermosa, vi ese par de ojos color miel brillantes y su sonrisita de labios rosados, casi rojos, se mostraban tan suaves en su angelical y juguetón rostro, contrastando con su blanca piel.

— Hola mami — dijo con una voz tierna y algo tímida por mi presencia

— Ven princesa mira… él es tu primo Miguel — dijo mi tía señalándome al tiempo que la pequeñita volteaba a verme tímidamente

— Hola pequeña… — dije sonriendo, inclinándome ligeramente, para acariciarle sutilmente el cabello, esta vez sin fingir mi sonrisa, pues era una niña muy linda y lo de pequeña lo dije porque su mama la trataba como una niña así que yo también, aunque ya no tenía el cuerpecito precisamente tan de niña

— Hola… me llamo Kimberly pero mi mama me dice Kim… — dijo sonriendo tierna y tímidamente

— Okey linda yo soy Miguel y… puedes decirme Miguel, o… primo — dije sonriendo

— Está bien… — dijo dibujando una sonrisa que en ese instante me pareció de lo más seductora

— Muy bien hijo, ahora si puedes ir a tu habitación si gustas — dijo mi madre sonriendo

— Okey ma´ — respondí mientras me dirigía a mi cuarto

Una vez en mi cuarto sin nada que hacer, entre las cosas que hacia, no dejaba de darme vueltas en la cabeza la imagen de mi primita en esa faldita enseñando esas esbeltas, blancas y tersas piernitas.

Ya hacía un tiempo había querido romperle el culito a alguna nenita de su edad, pero había dejado de pensar en eso…, pero ahora la oportunidad era más que perfecta.

Durante toda la tarde no deje de pensar como seria sentarla con su frágil cuerpecito sobre mí, mi verga clavándose en lo más profundo de su virgen anito, como gritaría tras sentirse llena y como seria inundarle de leche su apretado culito… uff… me moría de ganas… pero… ¿como?… además ¿cuándo y dónde? no podía dejar que alguien se enterase de mis intenciones o me metería en serios problemas.

Para entonces ya era tarde y me dirigí a darme un baño para bajarme la calentura, tuve que hacerme una paja y así terminé de bañarme, salí del baño y me fui a mi habitación, y aun con la calentura a mil me dispuse a dormirme pues quería al otro día tratar de dar el primer paso, aunque no tenía mucha certeza de cómo… pero en fin, terminé quedándome dormido.








Al despertar eran alrededor de las 9:30 de la mañana pues como en vacaciones no acostumbraba poner el despertador o alarma del celular, pues despertaba hasta que mi cuerpo lo quería.

Una vez despierto me apresuré a darme un baño, una vez que me duché y me cambié solo seguía habiendo una cosa en mi mente “cojerme a mi primita”, pensando y pensando en cómo hacerme de una situación en la que pudiera hacer caer a esa hermosa nenita, pero nada, siempre había gente en casa, aunque por lo menos ya me llevaba más con mi nueva primita, así pasaron cinco o seis días en los que fui acercándome de manera natural y cariñosa a mi primita y me gané su confianza

al grado que ella pasaba casi todo el día cerca de mi donde yo estuviera, y cuando yo no estaba en casa porque salía por alguna razón, al llegar a casa me reclamaba porque no había estado con ella o porque no la había llevado conmigo como lo hacía en ocasiones.

Seguía siendo una pequeñita tímida pero más acostumbrada a mi y mas cariñosa conmigo; era un deleite verla por la casa en poca ropa, pequeños shortcitos de licra ajustada y blusitas translucidas de niña que con su cuerpecito en desarrollo se veía buenísima aun siendo pequeña; yo aprovechaba para cargar su liviano cuerpecito juguetonamente en repetidas ocasiones y para pasar mis manos sobre sus desnudas piernitas, apretarle sus cálidos y suaves muslos o incluso estrujarle las nalguitas o las tetitas en algunas ocasiones, observándo continuamente como parecía gustarle tener mis manos sobre ella y pronto abusaba ella misma de sentarse encima de mí buscando mis caricias, provocándome erecciones que mi nenita aumentaba con sus nalguitas o su conchita sentadas justo encima de mi verga, mis manos la tomaban de la cinturita y la apretaba contra mí por algunos instantes.

Esto se repetía tantas ocasiones que tenia la verga en unas constantes y deliciosas erecciones que por momentos me costaba disimular, o tratar de hacerlo; pues seguramente mi nenita sentiría eso que se me aplastaba bajo sus nalguitas; era una tentación tenerla encima mio, acariciándole el cabellito, haciéndole cosquillas y demás, solo para seguir disfrutando de su peso y de su calorcito corporal sobre mi verga, y mi nena sonreía casi cómplicemente cada que la veía a los ojitos.

“Ya había dado el primer paso”, pensé mientras estaba solo, pero ahora tendría

que buscar como dar el siguiente paso, pero siempre había gente cerca, me refiero a mi madre y a mi tía; pero fue entonces que poco después escuché que mi madre me decía:

— Miguel, tu tía y yo vamos a ir a casa de Martha y volvemos en unas dos o tres horas hijo —

— Okey quizá vaya con unos amigos, ¿está bien? — respondí resignado a que no podría poner en marcha mi plan…

— No, no, hoy si no, necesito que te quedes y cuides a tu prima que está enfermita de gripe y de su garganta y no quiso ir —


— Pero… mmm… okey ma ́ ya que— dije un poco molesto pues no quería cuidarla enferma, pues no se podría hacer nada al estar enferma

— Solo cuida que no se salga por ahí o que no haga travesurillas — dijo mi tía con voz amistosa

— Okey… yo la cuido, vayan —

— Está bien, ten cuidado, nos vemos más tarde hijo — dijo mi madre mientras oía que su voz y la de mi tía se perdían tras cerrar la puerta de la calle y escuchar momentos después el encender del automóvil.








Pasó alrededor de media hora, y pues tenía una labor, tenía que ver que estaba haciendo mi primita o si necesitaba algo, así que salí de la casa y me adentré a la entrada de la casa de mi tía, que como ya había comentado está vecina de la nuestra y es grandísima, así que entré y pues no sabía muy bien en donde era el cuarto de mi primita.

Había un montón de corredores y faltaba la segunda planta, además nunca había ido al cuarto de mi primita en las veces que había estado en casa de mi tía; hurgué en corredores, sala y cocina y lo que quedaba de la planta baja y vi que no

estaba, así que me dirigí a la planta alta y comencé a dar unos ligeros gritos llamándola.

— ¡Kim! ¡¡Kim ¿dónde andas?!! —

No obtuve respuesta sino hasta que me acerqué a una habitación más al fondo.

— ¡Aquí primito! — respondió mi prima después de reconocer mi voz

Así que me dirigí hacia donde había escuchado aquella dulce vocecita, y una vez ahí…

— Hola preciosa — dije viéndola envuelta en su camita pues hacía algo de frío, estaba nublado afuera

— Hola primito ¿dónde estabas?… ya me había asustado de estar solita — dijo con una risita angelical e inocente que me pareció súper atractiva

— Pues estaba viendo TV, cómo estás enfermita pensé que estarías dormida, pero ya veo que no… —

— Jeje pues no claro que no tonto, solo fingía — dijo traviesamente mi primita

— ?! ¿Cómo que fingías?… ¿no estás enferma? — dije confundido ante lo que decía la que yo pensaba que era mi primita “inocente”


— Pues no, no estoy enfermita — dijo risueña, incorporándose un poco sobre la cama, aun envuelta entre sus cobijas

— ¿Y para que finges mentirosita?— dije confundido sonriendole

— Pues para que te quedaras a cuidarme, yo estoy chiquita y no quería ir con mi mama, quería quedarme aquí contigo… — agregó con esa miradita juguetona que seguía prendiéndome; además pues si no estaba “enfermita”, quizá podría poner en practica mi plan, o mas bien, mis deseos; en momentos como este me preguntaba si en verdad era tan “inocente” como intentaba parecerlo, o si sólo era una pequeña zorrita aguardando a que su primo le metiera mano, esperando a que fuese hacia ella y le hiciera más que eso

— Pues aquí estoy princesa, y… ¿qué quieres hacer? — dije tratando de ir más allá

— Pues ven acuéstate conmigo un ratito porfa ¿sí? — respondió con una miradita de lo más inocente que me acabo de prender, ya mi verga me dolía bajo el pantalón, así que ni muerto me hubiera negado a aquella invitación tan “inocente”

— Bueno, ya voy — dije mientras me subía a la cama y me metía bajo la suave tela con que estaba cobijada

Y entonces, al meterme en la cama y levantar las sabanas, me percaté de que mi pequeñita estaba solo con una pequeña blusita amarilla de tirantes que le llegaba apenas hasta el ombliguito, transparentando y marcando su casi infantil cuerpecito; y debajo tenía solo unos ajustaditos calzoncitos rosados que se amoldaban ajustadamente a esas pequeñas nalguitas tan paraditas, dejando expuestas completamente sus blancas y hermosas piernitas.

Aquella imagen terminó de extasiarme y de matar cualquier resquicio de cordura que pudiera tener en ese momento, ahora solo quería gozar y hacer gozar a esa nenita preciosa.

— ¿Y ahora qué hacemos? — dije impaciente, esperando una respuesta que ayudara a mis intenciones

— No sé… tengo frío ¿porque no me abrazas? ¿sii? — añadió con una miradita de pequeña colegiala, si, a su inocente forma pero era una putita

— De acuerdo voltéate con tu espaldita hacia mí para poder abrazarte, porque si no no voy a poder… — dije sabiendo que lo haría y me dejaría todo su culito hacia mí

— Está bien… — respondió mientras se volteaba quedando de espalda a mi

— Bien princesa solo espera, deja me quito este pantalón que es muy incómodo ¿va? —

— …Si… está bien… pero apúrate tengo frío — dijo juguetonamente

— Ya voy ya casi estoy listo preciosa…aquí voy — dije mientras me metía nuevamente en la cama, le pasaba mi brazo por encima de su cuerpecito y la abrazaba atrayéndola hacia mí, dejando mi verga que estaba durísima bajo mi bóxer, completamente pegada a


su culito, podía sentir como me palpitaba de lo dura que estaba y seguramente ella también lo sentía

— ¡Ay abrázame más primito! ¿…O que no me quieres? — dijo mientras se hacía más hacia mi provocando que mi verga se doblara contra su culito y me doliera ligeramente —… ¿Oye que traes ahí que no deja que me abraces? — agregó mi primita refiriéndose a mi verga, habiéndola ya “notado” causándole “curiosidad”

— Ah, perdón em… pues es mi… mi pene… — dije con un poco de inseguridad ante su reacción pero aun así me calentaba montones

— ¿Y… qué es eso? — dijo sonriendo con una carita que me dejo en claro que nunca había visto uno

— Pues es un… — pensé en que cosa decirle y decidí usar su inocencia a mi favor — Es un juguete solo para niñas buenas y lindas como tu princesa —

— ¿En serio?, pues yo quiero jugar primito porfa, ¿déjame verlo si? — dijo revolviéndose en la cama y rogando que se lo mostrara, así que ahora si la tenía como quería

— Pero las niñas buenas deben ser obedientes ¿entendido?, y las princesas deben mantener esto en secreto —

— Sii… como tu me digas primito, ¡enséñame enséñame! — repitió mi nena, es obvio que mi pequeñita era de lo mas caprichosa

— Bueno, pero yo te diré como lo uses, hay varias maneras pero hoy jugaremos de una manera, ¿sí? —

— Sii, ¿puedo verlo ya? — dijo impaciente por “jugar”

— De acuerdo princesa, pero tú tienes que sacarlo — yo solo tenía puesto un bóxer negro muy ajustado que me presionaba la verga y me estaba matando

— Está bien… deja lo saco — dijo mi prima sonriendo mientras sus manitas comenzaban a hurgar en mi bóxer

Sentía sus manitas tocar mi glande y la base de mi verga pero no atinaba a agarrarlo, hasta que por fin lo hizo y lo tomó con su manita derecha, mientas con la otra manita deslizaba nerviosamente mi bóxer hacia abajo para liberar mi verga que se erectó hacia ella al salir de bajó mi ropa, su mirada se clavó sobre aquella cosa que tenía entre sus pequeñas y suaves manos, lo movía hacia los lados y lo apretaba curiosa, moviendo sus manitas sin experiencia; pero yo la haría una experta.

— Wow primo… es muy grande y muy duro… y está caliente, ¿no te duele primito? — preguntó curiosa mi prima con las mejillas algo rojas por alguna razón mientras me la doblaba un poco

Y nuevamente decidí jugar con su “aparente” inocencia.


— Pues si primita la verdad si, y solo una niñita como tu puede hacer que no me duela, ¿puedes hacer eso por mi preciosa? — dije sonriendo

— Emmm… está bien primito… ¿qué tengo que hacer? — dijo inocentemente mirando con atención mi verga

— Pues primero tienes que lamerlo… chuparlo y jugar con “él” en tu boquita — dije sin dudarlo, pues de eso es de lo que me moría de ganas

—… ¿De verdad primo? — preguntó un poco sorprendida y dudosa

— Si, bueno… si quieres que ya no me duela — dije jugando con la mente de la niña

— Si quiero eso primo, está bien, pero como lo hago… ¿? Es que no se… —

— Pues solo chúpalo como una paleta y trata de meterlo lo más que puedas en tu boquita — agregué impaciente

— Bueno ya voy primito — dijo dudosa, mientras la tibieza de sus manitas me hacia palpitar contunuamente la verga

Entonces mi primita se colocó sobre la cama entre mis piernas y comenzó a dirigir mi verga a su boquita, comenzando a darle pequeñas lamidas a mi verga, tratando de sentir su sabor; aquella escena, mi primita hermosa lamiéndome la verga, era lo más delicioso y excitante que había sentido, con solo unas lamidas y mi glande metiéndose a su boquita, ya sentía que mi verga quería estallar dentro de su pequeña boquita e inundársela de leche; mi verga latía y palpitaba con cada lamida de su lengua.

— Mmm…eso…muy bien hermosa, ahora debes metértelo lo más que puedas en tu boquita ¿sí? —

Asintió con la cabeza y comenzó a engullirse de nuevo la punta de mi verga en su boquita, fue difícil pues su boca era pequeña, pero tras dos o tres intentos ya tenía poco mas que mi glande en su boquita, su aliento golpeaba en mi miembro y el calor de su boquita calentaba aún más mi verga, era delicioso ver como ya un poco de saliva salía entre sus tiernos labios, parecía que le gustaba pues no se la sacaba de la boca para nada, estuvo así durante unos pocos minutos que a mí me parecieron segundos, y paró un momento pues ya no podía respirar bien.

— Vamos nena ¿porque te detienes?, debes metértela toda o te castigaré… — dije tratando de intimidarla

— Si primito… pero no creo que me entre toda en mi boquita… — respondió mi nena que estaba hincada entre mis piernas con la boquita humedecida de su propia saliva y mi verga en su manita igual o más húmeda con el fluido de su boquita

Comenzó a tragarse de nuevo mi verga esta vez casi hasta la mitad con dificultades, la deje mamármela un momento y después la tome de la cabeza y comencé a intentar metérsela más adentro, de primero le daban arcadas y tenía que sacársela y volver a


metérsela, estuvimos así durante algunos quince minutos hasta que de un empujón atraje toda su cabecita hacia mi verga y esta se perdió casi por completo en su boquita.

Sentía su gargantita queriendo arrojar al intruso pero yo presionaba su cabeza contra mí, manteniéndola ahí durante unos segundos, hasta que vi que movía su cabecita, y sus manitas hacían esfuerzos inútiles por quitar mis manos pues ya no podía respirar, tras unos instantes liberé su cabecita y dejé que mi verga saliese del dulce interior de su boquita, la cual estaba completamente inundada de sus babitas.

Mi nena respiraba agitada con la boquita entreabierta llena de hilillos de saliva fuera de ella, mientras yo sostenía su cabecita con mis manos, quitando de su carita sus desordenados cabellitos.

— Mmm…uff… que delicia… ¿te gustó hermosa? — pregunté queriendo ya volver a meter mi verga dentro de esa tierna y pequeña boquita que probaba su primera verga

—…Me gusta chupar tu cosa… sabe rico, pero al final ya no podía respirar, eso no me gusto… —

— Pronto podrás aguantar mucho más con ella dentro, y si la quieres chupar tendrás que dejar que yo te la meta toda en tu boquita cuando yo quiera, ¿o ya no la quieres chupar?
— dije mirándola fijamente

— ¡! No primito no, yo quiero chupártela mucho y puedes metérmela hasta adentro cuando quieras — dijo sobresaltada mi prima al saber que según ya no la dejaría chupar eso que acababa de probar

— De acuerdo nena, ahora ven vamos otra vez, esta vez tendrás que tomarte toda la lechita que salga, no tirarás ni una gota, sino te daré un castigo, ¿de acuerdo? —

— Está bien pero no me castigues primito por favor… — dijo seriamente mi prima con carita de no saber muy bien a que “lechita” me refería

— De acuerdo ahora ven princesa… —

Volví a dejarla chupar a gusto durante un momento y después nuevamente comencé a metérsela más, aun le daban arcadas pero ya no me importó y el mete y saca era continuo desde sus labios hasta topar el fondo de su garganta, apretaba los dientes tratando de no explotar aun, aquello me estaba matando de placer, nunca hubiera imaginado que fuera tan bueno, mi verga palpitaba con cada roce de su lengüita, cada caricia de sus pequeños labios sobre mi miembro me hacían casi acabar, incluso el roce de sus dientitos inexpertos lacerando mi miembro eran un delirio sublime.

Quería darle más y más en esa deliciosa boquita, pero finalmente no pude más y con los últimos bombeos de mi verga se la clavé en lo más hondo de su gargantita y exploté en una corrida que me hizo temblar de la excitación, mis manos seguían aferradas a su cabecita manteniéndola inmóvil con mi tranca en su garganta, a cada espasmo un chorro más de mi corrida golpeaba su gargantita.


— ¡Tómatelo princesa agh!… tómatelo! — indiqué a mi nena con los ojos entrecerrados de placer, sujetando con mis manos su cabecita haciéndola tragar leche por primera vez, sentía el movimiento de su garganta al tragar todo lo que recibía para no ahogarse, de a poco fui sacándosela de la boquita haciéndola apretar los labios para que succionara los restos en mi verga, así lo hizo y salió finalmente mi carne erecta ya un poco flácida

y completamente limpia, vi su boquita y aún quedaba bastante semen en ella pero no duró mucho pues al instante tragó todo como le había indicado, la hice mostrarme su boquita ya completamente limpia, sonreía cual puta después de haberte corrido en su cara,…quizás… ya era mi putita

— ¿Lo hice bien primito…? — dijo sonriéndome con una mirada de auténtica zorrita

— Estuviste muy bien hermosa, ¿te gusto mi leche? — pregunté limpiandole los ojitos llorosos, sintiendo sus cachetitos algo pegajosos por la mezcla entre mi fluido seminal y su saliva

— Si, estaba muy calientita y sabe saladita jeje — dijo riendo mi tierna nena

— Que bueno que te gusto porque de hoy en adelante tomarás toda la que te dé —

— ¿De verdad primo?… a mí me encantaría tomar más ahora — sonrió, sin saber cómo me calentaban con sus palabras

— No nena, ahora te toca a ti sentir rico —

— ¡Si yo quiero sentir rico también! — pronunció con sus hermosos labios rojitos

— Está bien hermosa, primero quítate toda tu ropita y acuéstate aquí boca arriba, levanta las piernitas y ábrelas bien, ¿de acuerdo? — indiqué tumbándola sobre las sabanas

Al instante la impaciente chiquitina se despojó de su blusita y yo mismo le saqué sus calzoncitos; e impaciente abrió de par en par sus piernitas tal cual le había indicado, por primera vez veía su total desnudez de niña, sus pequeños pezoncitos sobre esas pequeñas montañitas de carne que ya asomaban a convertirse en pequeños senos, su conchita era apenas una rayita rosada que se veía demasiado apretada y cerradita, y más abajo estaba un pequeño puntito que era su anito, se veía imposible que algo entrara en cualquiera de sus hoyitos… moría de ganas por metérsela ahí mismo aunque llorase y gritase, aquello ya me tenía completamente erecto de nuevo, ahora iba a tratar de darle su primer orgasmo a mi nena comiéndole su virgen coñito hasta que se desmayase.

— ¿Lista mi amor?, bien abiertas las piernitas eh, y muéstrame tu “colita” hacia mí — en ese momento le tomaba las piernitas con mis manos abriéndoselas lo más posible, dejando su rosado y pequeño manjar al alcance de mi boca; casi babeaba de ganas de probar esa tierna conchita

— Si primito ya hazme, quiero sentir rico — dijo impaciente o quizás caliente mi prima

—… ¿Cómo sabes que sentirás rico Kim? — pregunté curioso


—…Porque… yo me toco ahí… y se siente rico… — respondió algo rojita de la cara la putita chiquitina, “confesándome” que se tocaba el coñito

Al instante comencé a dar pequeñas lamidas en su hoyito entre sus apretados y pequeños labios vaginales, el olor de su cochito era delicioso, comenzó a dar pequeños gemidos y risitas, al principio apenas podía escucharlos, pero pronto comenzaron a ser largos gemiditos y suspiros, sus piernitas temblaban y se movían inquietas en mis manos, después de varios minutos sin darle descanso a su tierna panochita su espalda se arqueaba anunciando su primer orgasmo.

— ¡Ahh!…. ¡Mmmm!….primo siento muy rico… siento que me voy a hacer pipí mmm ¡ahh!…. — mientras yo seguía deleitándome haciendo suaves y marcadas lamidas en su pequeño botoncito, jugaba con su clítoris succionándolo con mis labios, alentado por sus descontrolados gemidos seguía haciendo gritar a mi primita — ¡Ahhy… me va a salir y se siente muy rico, siiii…. primito ahhy!…. — mi nena iba a explotar en su primer orgasmo en su vida, aunque ella se había tocado el coñito antes nunca había sentido “eso”, esto lo supe al preguntárselo después; sin siquiera entenderlo muy

bien estaba por darme sus primeros juguitos

Hundí totalmente mi boca en su conchita al sentir como mi pequeñita explotaba entre grititos, temblando descontroladamente, revolviéndose lo poco que podía en la cama, jalando mi cabello con sus manitas inquietas victima de las sensaciones en

su cuerpecito; mi nena seguía sin dejar de gemir, disfrutando los últimos espasmos de su orgasmo, que claro yo había recibido con gusto en mi boca completamente, lo había bebido como el más delicioso néctar.

Durante algunos momentos dejé que se repusiese de lo sucedido, estaba temblorosa sobre la cama con la respiración agitada aun, mi princesa había resultado de las escandalosas a la hora del orgasmo y a la hora de gemir como putita, se veía tan hermosa ahí que pensé en romperla mientras seguía débil para que no opusiese resistencia; sus nalguitas blancas y paraditas se mostraban de lado a mí, pero no, si lo quería hacer, seria con un poco de su consentimiento al menos, eso si quería poder repetirlo cuando yo quisiera y para no tener problemas por si decía algo.

— Primito… ¿puedes hacérmelo otra vez? — dijo aun débilmente mi prima mientras volteaba hacia mí, sí que sería una putita de las buenas, y sería mía

— No princesita hoy no, porque ya casi llega tu mami y te puede regañar, además no quiero que te canses tanto porque mañana te meteré mi pene en tu cochito y quiero que estés bien descansada, ¿de acuerdo? — dije pasando ligeramente mis dedos por su rosada y pequeña panochita la cual estaba destinada a sentir mi verga desvirgándola, a sentirme rompiendo su tierno himen

— Mm… bueno — dijo desanimada mi primita — Pero no creo que puedas meterme tu cosa en mi hoyito, está muy chiquito aquí — respondió consternada mi prima mientras veía fijamente mi verga y pasaba sus deditos por los labios de su rosada conchita

— Ya verás que si Kim… ya verás cómo te la enterraré entera en tú apretado hoyito —


— Si primo… ya quiero que me la metas mañana — dijo sonriendo; más después me enteré que aunque nunca había hecho nada sexual, por lo menos había escuchado en qué consistía lo que haríamos, y sabía que “meterlo” se sentiría “rico” por eso aceptaba tan gustosa la propuesta, pero a la niña lista le gustaba más hacerse la que no sabía nada, aun cuando lo único que sabía mi pequeñita era eso, respecto al resto de cosas si era inocente mi tierna primita quien pronto estaría abriéndome sus piernitas para qué le rompiera el virgo

“Si claro, veamos si dices eso cuando estés berreando del dolor mañana”, pensé mientras me arreglaba la ropa.

— Pero haber, ya Kim, ponte tu ropita otra vez y recuerda, no le dirás nada de esto a tu mamá porque te regañará, ¿de acuerdo? — dije asegurándome de que no hablaría

— No primo, no le diré nada, pero si ya no “juegas” conmigo mañana como dijiste me pondré triste… — agregó mi prima con una mirada de niña mimada que me volvía a poner la verga a mil

— No te preocupes princesa, seguro que jugaremos —

— Primo pero… — insistió mi nenita mientras la ayudaba a subirse sus calzoncitos

— ¿Si princesa?… —

— Pero si no quieres que nadie se entere, ¿cómo jugaremos mañana si mi mamá estará aquí? — era una buena pregunta, era lista mi nena, pero yo tenía una buena respuesta

— No hay problema princesa, mañana mi mamá va a ir a casa de la tía Laura y seguramente llevará a tu mami, pero tú tienes que hacer que tu mami no te lleve con ella


— Pues, le diré que sigo enfermita — dijo risueña

— No, no Kim, si le dices eso pensará que de verdad estas enferma y te llevará al doctor, tienes que decirle algo como… “Mami, mejor me quedo con mi primo y que él me cuide… además no quiero ir, allá me aburro” —

— Siii, le diré eso, ¡te quiero! — dijo mientras me daba un tierno beso en la mejilla

— Bien ahora ven vamos abajo que ya va llegando mamá — le dije escuchando

el sonido del motor fuera de la casa; aún podía sentir el delicioso sabor de su virginal coñito en mi boca






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