Kim: Mi primita… Mi putita (II)
Estaba listo para romper aquella apretada conchita y hacer sentir los
placeres del sexo a mi pequeña nena.
Sucesos ocurridos: Julio 2010
Kim: 12 años
Miguel: 15 años
Después
de llegar mi tía y mi madre a mi casa el día transcurrió como de costumbre,
cenamos por la tarde, cayó la noche, me di una ducha y subí a mi cuarto.
Mi
prima por su parte había pasado la tarde con su mamá en el patio de su casa al
lado de la nuestra, y no nos habíamos topado más en el día. La noche cayó por
completo, finalmente me quedé dormido pensando en cómo sería el siguiente día.
Al
despertar hice lo rutinario, desayuné y me di una ducha, me senté en la sala,
esperaba que dieran las 11 pues a esa hora mi madre se iría a casa de mi tía
Laura, pero apenas eran las 8; estaba ansioso, después de haberle dado su
primer orgasmo a mi primita y de haber gozado de su gloriosa boquita
envolviendo mi verga, estaba listo para romper aquella apretada conchita y
hacer sentir los placeres del sexo a mi pequeña nena hasta hacerla una total
putita… mi puta… una adicta a mi verga.
Seguía
en la sala esperando a que dieran las 11 pero el reloj parecía burlarse de mí,
avanzaba demasiado lento, estaba impaciente, en eso llegó mi primita entrando
por la puerta, la verdad no la esperaba tan temprano pensé que sería de las
niñas que duermen siempre hasta tarde…
— ¡Hola
primito! — dijo mientras se aproximaba corriendo hacia mí
—
Hola — respondí al tiempo que volvían a mí los recuerdos de lo sucedido apenas
el día anterior — ¿Qué haces tan temprano aquí?… pensé que estarías dormidita
hasta tarde… — dije mientras no le apartaba la mirada de encima, ya que solo
llevaba puesta la parte de arriba de su pijama y una pequeña licra azul
ajustada, que parecía mas unas braguitas
— Pues es que… quería venirme
para acá contigo… ¿no te enojas verdad? — dijo bajando la mirada
— Claro que no princesa, si tú
eres mi prima favorita — dije casi a su oído, al tiempo que una sonrisa
juguetona se dibujaba en su rostro
— ¿De verdad primo? yo también
te quiero mucho — agregó mientras se abrazaba efusivamente a mí con su esbelto
y delicado cuerpecito
—
Tranquila… tranquila Kim no tan fuerte — dije jugueteando con la pequeña;
estuvimos viendo TV durante mucho rato, por momentos le pasaba mi mano por su
espalda y la bajaba metiéndola bajo su diminuto shortcito acariciando
suavemente sus nalguitas, provocando que ella sola moviese su culito ya que le
gustaban las caricias cerca de su conchita; tenía la verga piradísima, pero
debía disimular para que si mi madre pasaba cerca no se diese cuenta. No pasó
mucho antes de escuchar como mi tía entraba por la puerta y le decía a mi mamá
que ya era hora de irse
— Claro, ya
estoy lista — escuché que respondió mi madre desde donde se encontraba
— ¿Pero y
Kim? ella no está arreglada para ir ¿? —
— No… es que esta niña
caprichosa no quiso ir, dijo que se quedaría y que Miguel la cuidara… —
respondió mi tía simulando estar un poco molesta
—
A okey, entonces ya escuchaste hijo, tendrás que quedarte a cuidar a tu prima,
nada de que voy con mis amigos he… — dijo mi madre pensando que me obligaba a
quedarme
— Mmm… ya que ma’… está bien, no
tenía planes hoy, ¿y a qué hora regresan? — si, me interesaba saber a qué hora
regresaban, para saber con cuanto tiempo contaba
— Pues quizá
como a las… 4 —
— Está bien,
pero pues comemos eh, no se te olvide — dije sonriendo
— Ay hijo, no te
preocupes, en el refrigerador hay pizza, pasta, o puedes prepararte algo
rápido, y además dejé comida preparada en la estufa, solo recoges todo cuando
termines, y le das de comer bien a tu prima — agregó mi madre con mirada
irónica
— Es cierto,
mas tarde volvemos — respondió mirando el reloj en su muñeca
— Kim, ven a despedirte, dame un
beso — agregó mi tía que estaba de pie junto a la puerta a unos metros de
nosotros
— Si mami — respondió mi prima
acercándose a ella y propinándole un beso en la mejilla
— Te quiero,
te portas bien — dijo mi tía a mi prima mientras la abrazaba fuertemente
— La cuidas
bien sobrino eh… — dijo sonriéndome mi tía
— Sii tia… la cuidare muy bien tía, no se preocupe — dije
sonriendo, si tan solo supiera lo bien que lo haría
— “Bueno, chao se cuidan” —
dijeron casi a coro mientras se perdían tras la puerta que ya se cerraba,
esperé unos minutos; se había escuchado ya hacía una rato que se habían ido,
pero no quería arriesgarme por si se regresaban
Mi
primita reinició sus jugueteos conmigo, era obvio que le gustaba sentir mis
manos y mi cuerpo sobre ella, poco a poco el rostro y los ojitos de mi prima
denotaban que esperaba algo mas; segundos despues llevé mi boca hasta su cuello
y mejillas, llenandola de suaves y largos besos, haciendo que de su boquita
escaparan nerviosas risitas y algunos tiernos gemiditos, mientras mis manos
sujetaban y acariciaban la delicada piel de sus caderas y su pequeño vientre ya
desnudado por mis manoseos
— Mmm… primito, ¿ya
te la puedo chupar? — dijo mi prima sorprendiéndome un poco por lo ansiosa que
sonaba, no llevábamos ni diez minutos en el continuo besuqueo que le estaba
propinando; pero no es ningún secreto que mi pequeña no necesitaba demasiado
para ponerse mas caliente que un hornito
Sin
responder le besé una mejilla esbozandole una sonrisa, la tomé de las nalguitas
y la levanté en brazos llevándola rápidamente a una habitación contigua sin que
ella dijera una palabra; entré y la bajé tras cerrar la puerta.
— Aquí si puedes chupármela
princesa… pero primero debes quitarte toda tu ropita… menos tus calzoncitos —
dije viéndola sonreír tierna y complicemente
— Sii primito —
respondió mi nena mientras se quedaba ya sin pijama, desvistiéndose
ansiosamente y quedando ante mí solo con sus pequeños calzoncitos de líneas
horizontales en rosa y blanco, dejando al descubierto sus pechitos casi nada
desarrollados y la totalidad de sus piernitas esbeltas, blancas y suaves las
cuales no tardé en acariciarlas, atrayendo a mi niñita hacia mí, apretando con
deseo su culito sobre la tela de su única y pequeña prenda, tomando completamente
con mis
manos esas
dos preciosas nalguitas
— ¿Así ya primito, ya puedo? — agregó aún más impaciente mi
nenita esperando que le llenara la boca de verga; mis manos aún seguían
estrujando y manoseando cada
—
Si, ya puedes hermosa, ven agárramela y chúpala despacio primero — añadí
separándome de ella, cuando mi boca ya casi hacia sus primeras incursiones
sobre la pequeña tela que cubría su intimidad
Y
así comenzó a meneármela con ambas manos, empezó a dar de lamidas en la cabeza
de mi verga pues ya sabía un poco como hacerlo.
—
Mmm… eso es nena métetela toda — siguió mamándome delicioso, se metía media
verga y paraba para poder respirar, y repetia la operacion; tenía el menton
lleno de su saliva mezclada con mis fluidos preseminales, de solo verla se me
ponía más tiesa, seguía engulléndosela, cada caricia del interior de sus
mejillas era sublime, succionaba mi verga tan rico, no pude más y se la metí
entera presionando su cabecita completamente contra mí, podía sentir su
gargantita cálida y suave acariciar mi glande, su boquita se arqueaba un poco
queriendo arrojarme, pero mis manos seguían firmes sobre su cabeza
impidiéndoselo, pasaron los segundos y comenzó a manotear pues se ahogaba, yo
no quería dejarla retirarse, se la dejé un instante más, presionándola más
fuerte para que no se zafara, pero finalmente la solté y se hizo hacia atrás de
inmediato jalando aire como podía, tosía e hilos de su saliva escurrían por su
boqutia, se veía preciosa aun así con su carita enrojecida a causa de estar de
putita queriendo verga, lagrimas escurrían por sus mejillas a consecuencia del
esfuerzo y seguía sin poder recuperar aire mi nena, cayó unos segundos entre
mis piernas y ahí estuvo
respirando
agitada un momento abrazada a mis muslos mientras le acariciaba su lindo
cabello
—…Eres
muy malo primo, casi me ahogabas con tu pene… — dijo mi prima con la carita
roja llena de saliva y con la respiración entrecortada
—
No princesa, yo te quiero mucho, pero ya te dije que con el tiempo aguantaras
más, nunca te haría daño…— dije dandole un par de tiernos besos en las mejillas
— Pero si quieres ya no lo hago, y pues tendré que buscar alguna otra niña más
para que sea mi favorita… y a ella si la dejaré que me chupe mi pene — dije
jugando con la mente de la niña
—
¡No, no primo, por favor no, yo quiero ser tu favorita y que me quieras mucho,
por favor yo, si la quiero chupar… solo que no aguanto mucho; pero enséñame por
favor primito no busques otra! — dijo inmediatamente completamente exaltada,
rogándome sorpresivamente como una putita
— Está bien, pero
ahora si voy a romperte la conchita, ven acuéstate aquí en la cama — dije
levantandola de los brazitos y dandole un par de nalgaditas; aún de pie mi boca
la tomó por sorpresa envolviendo sus casi virginales labios, la sentí temblar
un instante, permaneciendo quietecita y temblorosa ante los pausados
movimientos de mis labios sobre los suyos; transcurrieron los segundos y por
fin liberé su boquita de la mia, la miré a los ojitos un instante, mientras mi
nena aún “despertaba” del trance o quizá esperaba que volviera a envolver sus
pequeños labios
—
Anda mi amorcito, acostadita boca arriba… y levanta las piernitas — dije
sonriendole a mi pequeña, tratando de hacerla reaccionar rapido, a mi
princesita parecia que le iba a gustar mucho besar o mas bien ser besada, pero
aún parecia penosita como para pedirme que volviera a hacer eso; por el momento
yo a lo que estaba decidido era a romper la virgen panochita de mi princesita,
y mucho mas ahora que estaba completamente entregada a mi
Así
lo hizo rápidamente la niña, se tendió en la cama y le bajé rápidamente sus
calzoncitos dejándolos a la altura de sus rodillas, comencé a explorar su
coñito, estaba ya un poco húmedo, lamí en varias ocasiones su delicioso y
diminuto clítoris y su cuevita húmeda, mi princesa se retorcía a cada lamida y
lanzaba sonoros gemiditos, le apretaba las nalguitas mientras le succionaba, se
estremecía con cada lamida y abría ella misma sus piernitas, moviéndose,
meneándose, disfrutando de que le comiese su virgen conchita; pronto mis dedos
comenzaron a jugar en la entrada de su hoyito que ahora estaba más que
lubricado, separaba con dos de mis dedos los pequeños labios rosaditos para
descubrir la diminuta entradita casi oculta, el pequeño orificio virginal de su
coñito que conducía a su interior, era una delicia tratar de meter mi lengua en
ese hoyito tierno; apoyaba la punta de mi dedo medio en la entrada de su
cuevita y presionaba un poco, pero solo se enterraba poco más que mi uña y su
rajita se apretaba señal de que le dolía; minuto tras minuto seguí jugando con
su coñito, oyéndola gemir y balbucear excitada de cómo sentía, le entreabría su
pequeña abertura vaginal y observaba morbosamente la apenas perceptible
carnosidad rojiza en el interior de su conchita, eso me hacia palpitar
deliciosamente la verga de excitación
— ¡Ayy ay!, si si
primo esto es muy rico, lámeme más ahí… — le seguía mamando su conchita, y
ahora ya había metido mi dedo un poquito más dentro, hasta tocar levemente lo
que estaba casi seguro que era la anhelada telita de su himen, le metía y
sacaba mi dedo cuidando de no romper la preciada pared de su virguito, la cual
cedería en un momento más ante mi verga, traté de meter un segundo dedo pero su
coñito era muy apretado y pequeño, pareció dolerle ya que se arqueó hacia atrás
negando el acceso de mi otro dedo, pero de un solo movimiento metí la punta de
ambos dedos y
le mordisqueé suavemente el
tierno y pegajoso botonde su clítoris para confundir sus sensaciones
— ¡Ahhh!… no primito no tan
fuerte, me duele, hazlo como antes… — dijo mi prima tras sentir ambos dedos en
la puerta de su cochito
— Tranquila princesa ya solo los
moveré un poco, pero no meteré más dedos… — le respondí a la nena para que se
tranquilizara un poco
Mis
dedos jugaban en su entrada resbalando con suavidad, lubricados por sus fluidos
y mi saliva, aquello parecía gustarle cada vez más pues no tardó en gritar —
Ahhh… me hago pi-! ahh… primo aaahh… — sin duda el cuerpecito de mi princesa
estaba hecho para disfrutarlo, su virgen vaginita babeaba fluido anhelando que
la hicieran mujer
—
Si muñequita, está bien, lo puedes hacer, suéltalo como quieras — respondí
mientras intensificaba mis lamidas y succionaba con mis labios su botoncito; y
se corrió, la verdad bastante para su pequeño coñito, pequeños chorritos de sus
fluidos dieron casi de lleno en mi boca, chupé y tragué sus delicias, hasta que
terminó de gimotear y su cuerpecito se destensó producto del orgasmo, estaba
mas que agitada mi
nena,
las piernas le temblaban y se movía torpemente sobre la cama recuperándose de
la corrida mientras su panochita vivía sus últimos segundos de virginidad
—
Ahora hermosa, abre bien las piernitas otra vez, que ya voy a meterte la verga
¿tranquilita okey?— ordené a la niña que sin decir nada, obedeció y se colocó
con las piernas abiertas de nuevo, ofreciéndome su virgen coñito rosado,
lubricado por sus fluidos y mi saliva
—
Aquí voy princesa, te dolerá un poquito pero después sentirás muy rico ¿okey? —
dije mientras mi glande hacía presión para entrar en su canalito vaginal; para
facilitar el trabajo tomé sus piernitas con mis manos y asi poder manejarlas y
que no las fuese a cerrar
Mi
verga rozó deliciosamente la entradita de su conchita, el simple hecho de
frotar mi verga sobre su conchita lampiña era delicioso, me volvía loco de
deseo mi princesita.
—…Mmm…
— gemí lujuriosamente, mientras con mis dedos me ayudaba para abrir su conchita
y colocar mi verga en su entradita
Mi
verga hizo presión y después de unos segundos resbaló fuera de su conchita, no
teniendo éxito en mi primer intento de penetrarla; repetí el intento algunas
veces mas, mientras mi nenita parecia la mas desesperada a causa de tanto rose
de mi glande en su húmeda intimidad que rogaba ser desflorada.
Reacomodé
su cuerpecito un poco mas, levantandole y abriendole mas las piernitas, casi
llevando sus rodillitas hasta sus hombros, la hice sujetar una de sus mismas
piernitas, mientras con mi otra mano nuevamente llevaba mi venosa verga a
tratar entrar en ella
— Ahhy…— gimió
dulcemente mi princesa, tras por fin lograr hacer desaparecer mi glande
completamente dentro de su conchita, la sensación era deliciosa, pareciera que
su pequeña entradita tratara de exprimirme la cabeza de la verga
—
Ahh… shh mi amor… aquí va princesa…— añadí sintiendo la exquisitez del coñito
de mi nena casi acabar con mi cordura; y así, con un ligero y delicioso empujón
comencé a desvirgarla
— Ahh… primito… primi-…— gimió
mi nena como gatita en celo al sentirme avanzar poco a poco en ella
—Mmm…
mi niña… ahmm!… mmm…— gemí empujando contra ella, tratando de controlar los
impulsos de mi cuerpo por poseerla descontroladamente como a mi hembrita,
escuchando el tierno timbre de su vocecita excitandome aun mas
— Ahh… espera…
despacio primito…despacito… me duele… — lloriqueó mi prima mientras ya mi
glande había desparecido con dificultad bastante dentro de su conchita, y
comenzaba a ejercer presión para clavársela aún más, le metía un poquito mas y
mas, sin hacer caso a sus infantiles quejas, introduciendo más y más verga en
aquel virginal canalito apretado, tan caliente y suave que solo me provocaba a
querer entrar
más
profundo en ella, aunque lo que había logrado meterle era casi nada, pero me
encantaba tener penetrada a mi pequeñita
—
Mmm… tranquila princesa… solo será un empujoncito más, y será todo preciosa —
en cuanto acabé de decir eso le clavé todo lo que pude de mi carne erecta y
quemante, sintiendo como mi verga forzaba y reventaba su virginidad, gritó muy
fuerte la nena y trataba de zafarse de esa estaca que la rompía; yo disfrutaba
enormidades la sensación de estar reventando a esa hermosa muñequita, a mi niña
Después
de instantes aún tenía en el cuerpo la sensación de su himen desgarrándose al
paso de mi verga, la cual reclamaba invadir cada rincón de esa delicia de
niñita, disfrutaba profanando a cada segundo ese coñito que ahora se abrazaba
forzadamente mi verga.
— Ahhh… no… ya!, ya
sácamela me duele mucho, ayy… ya por favor primito sácamela — gritaba la niña
víctima del dolor, pero la tenía bien sujeta y no le saqué ni un centímetro, se
la dejé ahí un largo momento hasta que dejó de llorar, simplemente
acariciándola y soportando mi excitación, pues sus simples movimientos casi me
hacían vaciarme dentro de ella
—
Tranquila mi amor, ¿vez? ya va pasando el dolor — le dije a la nena para
tranquilizarla acariciando su cuerpecito para aliviar el dolor de mi putita
prima
— No… primo por
favor, duele mucho… ya no quiero — respondió entre grititos la niña, claro que
no di importancia a la opinión de mi princesa y suavemente comencé a meter y
sacar mi verga dentro de ese coñito, cálido y tan pero tan ajustado que
pareciese que me fuera a reventar la verga, quizás era en parte por ser virgen
pero también era porque ella se estaba negando y lo apretaba, haciéndolo más
placentero para mí.
Bajo
su conchita comenzaban a salir delgados hilillos de sangre tras haber roto su
himen, la cual lubricaba aún más su tibio interior; comencé a aumentar la
velocidad de mis arremetidas, mientras los grititos de mi niña seguían, pero ya
no tan negativos, sino que oponía menos resistencia y su cochito se destensaba
un poco, quizás ya había empezado a gozarlo.
— Ahh… ya tranquila,
goza mi pequeña putita, pronto te encantará tanto que querrás estar todo el día
ensartada en mi verga princesa… — le dije a la niña mientras echaba la cabeza
hacia abajo y le comía la boca a la preciosa chiquilla, esa deliciosa boquita
de labios rosas de mi princesa, dedicándome largo rato a hacer eso mientras
bombeaba deliciosamente su coñito, escuchandola exhalar ahogadamente cada que
mi verga se hundía en ella
— Mmm… ay…
ayy… pero es que todavía me duele poquito… ahhy… pero se
siente
rico… — respondió mi prima mientras yo seguía dándole duro en su conchita, su
cochito se veía realmente forzado, sus pequeños labios vaginales estaban
abiertos al máximo para recibir mi pene dentro, era hermosa la imagen de su
coñito, con cada arremetida mi verga hacía efecto de una ventosa, jalaba su
conchita hacia afuera cuando la sacaba, y se sumía un poco hacia adentro de
ella cuando se la metía, seguía escurriendo juguitos mi princesa junto con la
sangre que le había salido, estaba más que lubricada y suave esa cuevita en la
que quisiera haberme quedado para siempre
—
Ahh… ahh… primo creo que se me… me sale algo otra vez… — dijo mi prima
anunciando otro orgasmo
Seguí
reventando la vaginita de mi primita buen rato más, no había pensado que las
chiquillas de su edad pudiesen tener varios orgasmos, claro que algunas lo
hacen ahora lo sé, y por fortuna ella era de esas, tras un buen rato la levanté
y la senté sobre mi mirándome de frente, mientras yo con mis manos sobre sus
pequeñas caderas la hacía bajar y enterrarse casi por completo mi verga, ya que
siempre quedaban varios centímetros fuera pues su pequeña conchita no tenía
donde alojar más, creo que cada vez su cochito estaba más caliente, tanto que
me quemaba deliciosamente la verga, ya no aguantaba más, estaba por correrme
dentro de mi nenita.
—Ahh…
Voy a soltar mi leche dentro de tu panochita princesa… — gruñí extasiado,
sujetándola con rudeza de las nalguitas, sin poder contener los deseos carnales
que me provocaba cada roce de ese tierno cuerpecito sobre mí, le devoraba su
pequeña boquita mientras mis manos la hacían menear sus caderitas sobre mí,
desquiciado de gusto de estar convirtiéndola en mujercita
—
Ahh… si primo… métemela más… quiero tu lechita… mmm… ¿después puedo tomar más
de tu leche… verdad que siii? — gimió mi prima aceptando que le enseñara por
primera vez como era tener la conchita llena de leche
—
Claro que si hermosa… ahhg!… mmm… te daré toda la que quieras… ahh… pero
ahorita está te la beberás toda con la panochita princesa… ahhh — respondí casi
corriéndome, penetrándola con frenesí
Le
di las últimas y más violentas arremetidas provocando que tensara su coñito,
apreté sus enrojecidas nalguitas contra mí haciéndola chillar de gusto y
comencé a vaciarme en lo más profundo de su conchita.
Sentia
que la vida se me iba de las sensaciones que recorrían mi cuerpo; cada espasmo
mio inseminaba un poco mas a mi nena.
—
Ahh… mmm… está calientita primo, la siento en mi pancita… — agregó sudorosa y
cansada mi prima segundos después, tras sentir mi semen brotar dentro de ella;
no respondí, solo terminé de vaciarme, la dejé ahí tendida sobre mi pecho,
notando como la muy zorrita movía solita sus caderitas montada en mi verga, con
mi tranca ya no tan dura aun metida en su hoyito; estuvimos recuperándonos y
después de un rato la moví a un lado desclavándola de mí, sin gustarle mucho
que le sacara mi carne de su desvirgada conchita
— No te vayas primo, acuéstate
un rato conmigo y abrázame ¿sí? — dijo mi prima pensando que me iría
—
Eso voy a hacer muñequita — dije mientras nos echaba un cobertor encima, estaba
algo cansado, y el clima y la ocasión era como para quedarme en la cama con esa
princesita
— ¿Primito… puedo
chupártela más? — dijo golosamente mi primita después de acurrucarse contra mí;
bien sabía yo que le encantaba tomarse mi semen — Si nena, está bien, te daré
tu lechita y te la tomarás toda princesa — añadí colocándola frente a
mi
verga que aun estaba humedecida por nuestros fluidos y ligeramente enrojecida
por la sangre de su desvirgamiento
Comencé a engullirle
en su pequeña boquita mi verga la cual ya estaba algo recuperada, salivaba muy
bien eso siempre era una ventaja y pronto me tenía la verga llena de su saliva,
sin duda mi muñeca estaba hecha para ser una putita, vaya que chupaba bien y se
dejaba metérsela hasta la garganta sin replicar demasiado, me encantaba ver
como se ahogaba con mi carne caliente y erecta, su saliva escurría
deliciosamente por mis testículos y hasta mis muslos.
— Que rica…
verga primo — dijo entre chupadas mi prima
— Mmm…si nena y es
toda tuya sigue — y así lo hizo, seguía mamando, me encantaba sentir su lengua
traviesa lamer mi pene mientras la tenía hasta la garganta, vaya que aprendía
rápido la muy zorrita todo lo que yo le indicaba
—
Ahhh… aquí viene mi leche nena — dije, pero ella ya tenía buen rato sin
sacársela de la boca, quizá necesitaba respirar, igual no pensé en eso y se la
engullí hasta el fondo al sentir que me corría, aquello la asfixió y al recibir
mi leche tragó mal, sintió que se ahogaba y trató de toser, pero tenía la boca
llenita de verga, así que mi leche salió a borbotones por su nariz, fue una de
las cosas más excitantes que había visto, se la saqué y tosió fuertemente,
quizá estuve a punto de ahogarla, pero estaba bien, terminé de correrme en su
carita y en sus casi inexistentes pechitos, se veía como una total putita, su
boquita escurriendo un poco de saliva y semen, el semen saliendo de su
nariz, y la
carita llena de mis últimos restos de leche
—…Miguel, ya te dije que no me
hagas eso… no aguanto, eres malo, otra vez casi me ahogo… — dijo mi prima ya
algo recuperada, pero con un poco de cara de enfado por lo sucedido, esto
después de limpiarle la carita yo mismo con un pañuelo
—
Perdóname princesa, es que eres tan bonita que no puedo evitarlo, perdóname,
¿okey?, ahora ven vamos a dormirnos un rato abrazados como a ti te gusta —
aquello pareció calmar un poco a la chiquita y se acostó junto a mi tapándose
con el cobertor, al igual que yo; durante un rato seguí acariciando el
cuerpecito desnudo de mi primita debajo del cobertor, estaba tan suave todo,
sus pequeñas tetitas, sus nalguitas blandas y a la vez firmes, tiernas,
pequeñas y redonditas, su coñito aun húmedo y sensible, su cabello, su carita
hermosa; continué acariciandola un momento, ella solo se dejaba hacer;
instantes después comenzó a besarme ella misma, correspondí a su antojo y besé
esa deliciosa y pequeña boquita de labios dulces un rato más, pero finalmente
después de un momento terminó quedándose dormidita pues su cuerpecito no estaba
acostumbrado a cansarse así; tras unos minutos de tocarla, decidí también
dormir un momento, rodeándola fuerte entre mis brazos, sintiéndola pegadita a
mí…