MINAR BITCOIN TE REGALAREMOS 1 BITCOIN AL REGISTRO

miércoles, 22 de febrero de 2017

Kim Mi primita... Mi putita (II)

Kim: Mi primita… Mi putita (II)

Estaba listo para romper aquella apretada conchita y hacer sentir los placeres del sexo a mi pequeña nena.

Sucesos ocurridos: Julio 2010
Kim: 12 años
Miguel: 15 años



Después de llegar mi tía y mi madre a mi casa el día transcurrió como de costumbre, cenamos por la tarde, cayó la noche, me di una ducha y subí a mi cuarto.

Mi prima por su parte había pasado la tarde con su mamá en el patio de su casa al lado de la nuestra, y no nos habíamos topado más en el día. La noche cayó por completo, finalmente me quedé dormido pensando en cómo sería el siguiente día.

Al despertar hice lo rutinario, desayuné y me di una ducha, me senté en la sala, esperaba que dieran las 11 pues a esa hora mi madre se iría a casa de mi tía Laura, pero apenas eran las 8; estaba ansioso, después de haberle dado su primer orgasmo a mi primita y de haber gozado de su gloriosa boquita envolviendo mi verga, estaba listo para romper aquella apretada conchita y hacer sentir los placeres del sexo a mi pequeña nena hasta hacerla una total putita… mi puta… una adicta a mi verga.


Seguía en la sala esperando a que dieran las 11 pero el reloj parecía burlarse de mí, avanzaba demasiado lento, estaba impaciente, en eso llegó mi primita entrando por la puerta, la verdad no la esperaba tan temprano pensé que sería de las niñas que duermen siempre hasta tarde…

— ¡Hola primito! — dijo mientras se aproximaba corriendo hacia mí

— Hola — respondí al tiempo que volvían a mí los recuerdos de lo sucedido apenas el día anterior — ¿Qué haces tan temprano aquí?… pensé que estarías dormidita hasta tarde… — dije mientras no le apartaba la mirada de encima, ya que solo llevaba puesta la parte de arriba de su pijama y una pequeña licra azul ajustada, que parecía mas unas braguitas

— Pues es que… quería venirme para acá contigo… ¿no te enojas verdad? — dijo bajando la mirada

— Claro que no princesa, si tú eres mi prima favorita — dije casi a su oído, al tiempo que una sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro

— ¿De verdad primo? yo también te quiero mucho — agregó mientras se abrazaba efusivamente a mí con su esbelto y delicado cuerpecito

— Tranquila… tranquila Kim no tan fuerte — dije jugueteando con la pequeña; estuvimos viendo TV durante mucho rato, por momentos le pasaba mi mano por su espalda y la bajaba metiéndola bajo su diminuto shortcito acariciando suavemente sus nalguitas, provocando que ella sola moviese su culito ya que le gustaban las caricias cerca de su conchita; tenía la verga piradísima, pero debía disimular para que si mi madre pasaba cerca no se diese cuenta. No pasó mucho antes de escuchar como mi tía entraba por la puerta y le decía a mi mamá que ya era hora de irse

— Claro, ya estoy lista — escuché que respondió mi madre desde donde se encontraba
— ¿Pero y Kim? ella no está arreglada para ir ¿? —

— No… es que esta niña caprichosa no quiso ir, dijo que se quedaría y que Miguel la cuidara… — respondió mi tía simulando estar un poco molesta

— A okey, entonces ya escuchaste hijo, tendrás que quedarte a cuidar a tu prima, nada de que voy con mis amigos he… — dijo mi madre pensando que me obligaba a quedarme

— Mmm… ya que ma’… está bien, no tenía planes hoy, ¿y a qué hora regresan? — si, me interesaba saber a qué hora regresaban, para saber con cuanto tiempo contaba

— Pues quizá como a las… 4 —

— Está bien, pero pues comemos eh, no se te olvide — dije sonriendo

— Ay hijo, no te preocupes, en el refrigerador hay pizza, pasta, o puedes prepararte algo rápido, y además dejé comida preparada en la estufa, solo recoges todo cuando termines, y le das de comer bien a tu prima — agregó mi madre con mirada irónica


— De acuerdo ma’, y ya se les hace tarde, ya son las 11:05… —

— Es cierto, mas tarde volvemos — respondió mirando el reloj en su muñeca

— Kim, ven a despedirte, dame un beso — agregó mi tía que estaba de pie junto a la puerta a unos metros de nosotros

— Si mami — respondió mi prima acercándose a ella y propinándole un beso en la mejilla

— Te quiero, te portas bien — dijo mi tía a mi prima mientras la abrazaba fuertemente

— La cuidas bien sobrino eh… — dijo sonriéndome mi tía

— Sii tia… la cuidare muy bien tía, no se preocupe — dije sonriendo, si tan solo supiera lo bien que lo haría

— “Bueno, chao se cuidan” — dijeron casi a coro mientras se perdían tras la puerta que ya se cerraba, esperé unos minutos; se había escuchado ya hacía una rato que se habían ido, pero no quería arriesgarme por si se regresaban

Mi primita reinició sus jugueteos conmigo, era obvio que le gustaba sentir mis manos y mi cuerpo sobre ella, poco a poco el rostro y los ojitos de mi prima denotaban que esperaba algo mas; segundos despues llevé mi boca hasta su cuello y mejillas, llenandola de suaves y largos besos, haciendo que de su boquita escaparan nerviosas risitas y algunos tiernos gemiditos, mientras mis manos sujetaban y acariciaban la delicada piel de sus caderas y su pequeño vientre ya desnudado por mis manoseos

— Mmm… primito, ¿ya te la puedo chupar? — dijo mi prima sorprendiéndome un poco por lo ansiosa que sonaba, no llevábamos ni diez minutos en el continuo besuqueo que le estaba propinando; pero no es ningún secreto que mi pequeña no necesitaba demasiado para ponerse mas caliente que un hornito

Sin responder le besé una mejilla esbozandole una sonrisa, la tomé de las nalguitas y la levanté en brazos llevándola rápidamente a una habitación contigua sin que ella dijera una palabra; entré y la bajé tras cerrar la puerta.

— Aquí si puedes chupármela princesa… pero primero debes quitarte toda tu ropita… menos tus calzoncitos — dije viéndola sonreír tierna y complicemente

— Sii primito — respondió mi nena mientras se quedaba ya sin pijama, desvistiéndose ansiosamente y quedando ante mí solo con sus pequeños calzoncitos de líneas horizontales en rosa y blanco, dejando al descubierto sus pechitos casi nada desarrollados y la totalidad de sus piernitas esbeltas, blancas y suaves las cuales no tardé en acariciarlas, atrayendo a mi niñita hacia mí, apretando con deseo su culito sobre la tela de su única y pequeña prenda, tomando completamente con mis

manos esas dos preciosas nalguitas

— ¿Así ya primito, ya puedo? — agregó aún más impaciente mi nenita esperando que le llenara la boca de verga; mis manos aún seguían estrujando y manoseando cada


centímetro de su piel, mientras mi boca recorría entre húmedos besos sus pequeños muslos

— Si, ya puedes hermosa, ven agárramela y chúpala despacio primero — añadí separándome de ella, cuando mi boca ya casi hacia sus primeras incursiones sobre la pequeña tela que cubría su intimidad

Y así comenzó a meneármela con ambas manos, empezó a dar de lamidas en la cabeza de mi verga pues ya sabía un poco como hacerlo.

— Mmm… eso es nena métetela toda — siguió mamándome delicioso, se metía media verga y paraba para poder respirar, y repetia la operacion; tenía el menton lleno de su saliva mezclada con mis fluidos preseminales, de solo verla se me ponía más tiesa, seguía engulléndosela, cada caricia del interior de sus mejillas era sublime, succionaba mi verga tan rico, no pude más y se la metí entera presionando su cabecita completamente contra mí, podía sentir su gargantita cálida y suave acariciar mi glande, su boquita se arqueaba un poco queriendo arrojarme, pero mis manos seguían firmes sobre su cabeza impidiéndoselo, pasaron los segundos y comenzó a manotear pues se ahogaba, yo no quería dejarla retirarse, se la dejé un instante más, presionándola más fuerte para que no se zafara, pero finalmente la solté y se hizo hacia atrás de inmediato jalando aire como podía, tosía e hilos de su saliva escurrían por su boqutia, se veía preciosa aun así con su carita enrojecida a causa de estar de putita queriendo verga, lagrimas escurrían por sus mejillas a consecuencia del esfuerzo y seguía sin poder recuperar aire mi nena, cayó unos segundos entre mis piernas y ahí estuvo

respirando agitada un momento abrazada a mis muslos mientras le acariciaba su lindo cabello

—…Eres muy malo primo, casi me ahogabas con tu pene… — dijo mi prima con la carita roja llena de saliva y con la respiración entrecortada

— No princesa, yo te quiero mucho, pero ya te dije que con el tiempo aguantaras más, nunca te haría daño…— dije dandole un par de tiernos besos en las mejillas — Pero si quieres ya no lo hago, y pues tendré que buscar alguna otra niña más para que sea mi favorita… y a ella si la dejaré que me chupe mi pene — dije jugando con la mente de la niña

— ¡No, no primo, por favor no, yo quiero ser tu favorita y que me quieras mucho, por favor yo, si la quiero chupar… solo que no aguanto mucho; pero enséñame por favor primito no busques otra! — dijo inmediatamente completamente exaltada, rogándome sorpresivamente como una putita

— Está bien, pero ahora si voy a romperte la conchita, ven acuéstate aquí en la cama — dije levantandola de los brazitos y dandole un par de nalgaditas; aún de pie mi boca la tomó por sorpresa envolviendo sus casi virginales labios, la sentí temblar un instante, permaneciendo quietecita y temblorosa ante los pausados movimientos de mis labios sobre los suyos; transcurrieron los segundos y por fin liberé su boquita de la mia, la miré a los ojitos un instante, mientras mi nena aún “despertaba” del trance o quizá esperaba que volviera a envolver sus pequeños labios


— Anda mi amorcito, acostadita boca arriba… y levanta las piernitas — dije sonriendole a mi pequeña, tratando de hacerla reaccionar rapido, a mi princesita parecia que le iba a gustar mucho besar o mas bien ser besada, pero aún parecia penosita como para pedirme que volviera a hacer eso; por el momento yo a lo que estaba decidido era a romper la virgen panochita de mi princesita, y mucho mas ahora que estaba completamente entregada a mi

Así lo hizo rápidamente la niña, se tendió en la cama y le bajé rápidamente sus calzoncitos dejándolos a la altura de sus rodillas, comencé a explorar su coñito, estaba ya un poco húmedo, lamí en varias ocasiones su delicioso y diminuto clítoris y su cuevita húmeda, mi princesa se retorcía a cada lamida y lanzaba sonoros gemiditos, le apretaba las nalguitas mientras le succionaba, se estremecía con cada lamida y abría ella misma sus piernitas, moviéndose, meneándose, disfrutando de que le comiese su virgen conchita; pronto mis dedos comenzaron a jugar en la entrada de su hoyito que ahora estaba más que lubricado, separaba con dos de mis dedos los pequeños labios rosaditos para descubrir la diminuta entradita casi oculta, el pequeño orificio virginal de su coñito que conducía a su interior, era una delicia tratar de meter mi lengua en ese hoyito tierno; apoyaba la punta de mi dedo medio en la entrada de su cuevita y presionaba un poco, pero solo se enterraba poco más que mi uña y su rajita se apretaba señal de que le dolía; minuto tras minuto seguí jugando con su coñito, oyéndola gemir y balbucear excitada de cómo sentía, le entreabría su pequeña abertura vaginal y observaba morbosamente la apenas perceptible carnosidad rojiza en el interior de su conchita, eso me hacia palpitar deliciosamente la verga de excitación

— ¡Ayy ay!, si si primo esto es muy rico, lámeme más ahí… — le seguía mamando su conchita, y ahora ya había metido mi dedo un poquito más dentro, hasta tocar levemente lo que estaba casi seguro que era la anhelada telita de su himen, le metía y sacaba mi dedo cuidando de no romper la preciada pared de su virguito, la cual cedería en un momento más ante mi verga, traté de meter un segundo dedo pero su coñito era muy apretado y pequeño, pareció dolerle ya que se arqueó hacia atrás negando el acceso de mi otro dedo, pero de un solo movimiento metí la punta de ambos dedos y

le mordisqueé suavemente el tierno y pegajoso botonde su clítoris para confundir sus sensaciones

— ¡Ahhh!… no primito no tan fuerte, me duele, hazlo como antes… — dijo mi prima tras sentir ambos dedos en la puerta de su cochito

— Tranquila princesa ya solo los moveré un poco, pero no meteré más dedos… — le respondí a la nena para que se tranquilizara un poco

Mis dedos jugaban en su entrada resbalando con suavidad, lubricados por sus fluidos y mi saliva, aquello parecía gustarle cada vez más pues no tardó en gritar — Ahhh… me hago pi-! ahh… primo aaahh… — sin duda el cuerpecito de mi princesa estaba hecho para disfrutarlo, su virgen vaginita babeaba fluido anhelando que la hicieran mujer

— Si muñequita, está bien, lo puedes hacer, suéltalo como quieras — respondí mientras intensificaba mis lamidas y succionaba con mis labios su botoncito; y se corrió, la verdad bastante para su pequeño coñito, pequeños chorritos de sus fluidos dieron casi de lleno en mi boca, chupé y tragué sus delicias, hasta que terminó de gimotear y su cuerpecito se destensó producto del orgasmo, estaba mas que agitada mi


nena, las piernas le temblaban y se movía torpemente sobre la cama recuperándose de la corrida mientras su panochita vivía sus últimos segundos de virginidad

— Ahora hermosa, abre bien las piernitas otra vez, que ya voy a meterte la verga ¿tranquilita okey?— ordené a la niña que sin decir nada, obedeció y se colocó con las piernas abiertas de nuevo, ofreciéndome su virgen coñito rosado, lubricado por sus fluidos y mi saliva

— Aquí voy princesa, te dolerá un poquito pero después sentirás muy rico ¿okey? — dije mientras mi glande hacía presión para entrar en su canalito vaginal; para facilitar el trabajo tomé sus piernitas con mis manos y asi poder manejarlas y que no las fuese a cerrar

Mi verga rozó deliciosamente la entradita de su conchita, el simple hecho de frotar mi verga sobre su conchita lampiña era delicioso, me volvía loco de deseo mi princesita.

—…Mmm… — gemí lujuriosamente, mientras con mis dedos me ayudaba para abrir su conchita y colocar mi verga en su entradita

Mi verga hizo presión y después de unos segundos resbaló fuera de su conchita, no teniendo éxito en mi primer intento de penetrarla; repetí el intento algunas veces mas, mientras mi nenita parecia la mas desesperada a causa de tanto rose de mi glande en su húmeda intimidad que rogaba ser desflorada.

Reacomodé su cuerpecito un poco mas, levantandole y abriendole mas las piernitas, casi llevando sus rodillitas hasta sus hombros, la hice sujetar una de sus mismas piernitas, mientras con mi otra mano nuevamente llevaba mi venosa verga a tratar entrar en ella

— Ahhy…— gimió dulcemente mi princesa, tras por fin lograr hacer desaparecer mi glande completamente dentro de su conchita, la sensación era deliciosa, pareciera que su pequeña entradita tratara de exprimirme la cabeza de la verga

— Ahh… shh mi amor… aquí va princesa…— añadí sintiendo la exquisitez del coñito de mi nena casi acabar con mi cordura; y así, con un ligero y delicioso empujón comencé a desvirgarla

— Ahh… primito… primi-…— gimió mi nena como gatita en celo al sentirme avanzar poco a poco en ella

—Mmm… mi niña… ahmm!… mmm…— gemí empujando contra ella, tratando de controlar los impulsos de mi cuerpo por poseerla descontroladamente como a mi hembrita, escuchando el tierno timbre de su vocecita excitandome aun mas

— Ahh… espera… despacio primito…despacito… me duele… — lloriqueó mi prima mientras ya mi glande había desparecido con dificultad bastante dentro de su conchita, y comenzaba a ejercer presión para clavársela aún más, le metía un poquito mas y mas, sin hacer caso a sus infantiles quejas, introduciendo más y más verga en aquel virginal canalito apretado, tan caliente y suave que solo me provocaba a querer entrar

más profundo en ella, aunque lo que había logrado meterle era casi nada, pero me encantaba tener penetrada a mi pequeñita


— Mmm… tranquila princesa… solo será un empujoncito más, y será todo preciosa — en cuanto acabé de decir eso le clavé todo lo que pude de mi carne erecta y quemante, sintiendo como mi verga forzaba y reventaba su virginidad, gritó muy fuerte la nena y trataba de zafarse de esa estaca que la rompía; yo disfrutaba enormidades la sensación de estar reventando a esa hermosa muñequita, a mi niña

Después de instantes aún tenía en el cuerpo la sensación de su himen desgarrándose al paso de mi verga, la cual reclamaba invadir cada rincón de esa delicia de niñita, disfrutaba profanando a cada segundo ese coñito que ahora se abrazaba forzadamente mi verga.

— Ahhh… no… ya!, ya sácamela me duele mucho, ayy… ya por favor primito sácamela — gritaba la niña víctima del dolor, pero la tenía bien sujeta y no le saqué ni un centímetro, se la dejé ahí un largo momento hasta que dejó de llorar, simplemente acariciándola y soportando mi excitación, pues sus simples movimientos casi me hacían vaciarme dentro de ella

— Tranquila mi amor, ¿vez? ya va pasando el dolor — le dije a la nena para tranquilizarla acariciando su cuerpecito para aliviar el dolor de mi putita prima

— No… primo por favor, duele mucho… ya no quiero — respondió entre grititos la niña, claro que no di importancia a la opinión de mi princesa y suavemente comencé a meter y sacar mi verga dentro de ese coñito, cálido y tan pero tan ajustado que pareciese que me fuera a reventar la verga, quizás era en parte por ser virgen pero también era porque ella se estaba negando y lo apretaba, haciéndolo más placentero para mí.

Bajo su conchita comenzaban a salir delgados hilillos de sangre tras haber roto su himen, la cual lubricaba aún más su tibio interior; comencé a aumentar la velocidad de mis arremetidas, mientras los grititos de mi niña seguían, pero ya no tan negativos, sino que oponía menos resistencia y su cochito se destensaba un poco, quizás ya había empezado a gozarlo.

— Ahh… ya tranquila, goza mi pequeña putita, pronto te encantará tanto que querrás estar todo el día ensartada en mi verga princesa… — le dije a la niña mientras echaba la cabeza hacia abajo y le comía la boca a la preciosa chiquilla, esa deliciosa boquita de labios rosas de mi princesa, dedicándome largo rato a hacer eso mientras bombeaba deliciosamente su coñito, escuchandola exhalar ahogadamente cada que mi verga se hundía en ella

— Mmm… ay… ayy… pero es que todavía me duele poquito… ahhy… pero se

siente rico… — respondió mi prima mientras yo seguía dándole duro en su conchita, su cochito se veía realmente forzado, sus pequeños labios vaginales estaban abiertos al máximo para recibir mi pene dentro, era hermosa la imagen de su coñito, con cada arremetida mi verga hacía efecto de una ventosa, jalaba su conchita hacia afuera cuando la sacaba, y se sumía un poco hacia adentro de ella cuando se la metía, seguía escurriendo juguitos mi princesa junto con la sangre que le había salido, estaba más que lubricada y suave esa cuevita en la que quisiera haberme quedado para siempre

— Ahh… ahh… primo creo que se me… me sale algo otra vez… — dijo mi prima anunciando otro orgasmo


— Está bien nena hazlo y disfrútalo princesa… ahh… eres una delicia princesa… —

Seguí reventando la vaginita de mi primita buen rato más, no había pensado que las chiquillas de su edad pudiesen tener varios orgasmos, claro que algunas lo hacen ahora lo sé, y por fortuna ella era de esas, tras un buen rato la levanté y la senté sobre mi mirándome de frente, mientras yo con mis manos sobre sus pequeñas caderas la hacía bajar y enterrarse casi por completo mi verga, ya que siempre quedaban varios centímetros fuera pues su pequeña conchita no tenía donde alojar más, creo que cada vez su cochito estaba más caliente, tanto que me quemaba deliciosamente la verga, ya no aguantaba más, estaba por correrme dentro de mi nenita.

—Ahh… Voy a soltar mi leche dentro de tu panochita princesa… — gruñí extasiado, sujetándola con rudeza de las nalguitas, sin poder contener los deseos carnales que me provocaba cada roce de ese tierno cuerpecito sobre mí, le devoraba su pequeña boquita mientras mis manos la hacían menear sus caderitas sobre mí, desquiciado de gusto de estar convirtiéndola en mujercita

— Ahh… si primo… métemela más… quiero tu lechita… mmm… ¿después puedo tomar más de tu leche… verdad que siii? — gimió mi prima aceptando que le enseñara por primera vez como era tener la conchita llena de leche

— Claro que si hermosa… ahhg!… mmm… te daré toda la que quieras… ahh… pero ahorita está te la beberás toda con la panochita princesa… ahhh — respondí casi corriéndome, penetrándola con frenesí

Le di las últimas y más violentas arremetidas provocando que tensara su coñito, apreté sus enrojecidas nalguitas contra mí haciéndola chillar de gusto y comencé a vaciarme en lo más profundo de su conchita.

Sentia que la vida se me iba de las sensaciones que recorrían mi cuerpo; cada espasmo mio inseminaba un poco mas a mi nena.

— Ahh… mmm… está calientita primo, la siento en mi pancita… — agregó sudorosa y cansada mi prima segundos después, tras sentir mi semen brotar dentro de ella; no respondí, solo terminé de vaciarme, la dejé ahí tendida sobre mi pecho, notando como la muy zorrita movía solita sus caderitas montada en mi verga, con mi tranca ya no tan dura aun metida en su hoyito; estuvimos recuperándonos y después de un rato la moví a un lado desclavándola de mí, sin gustarle mucho que le sacara mi carne de su desvirgada conchita

— No te vayas primo, acuéstate un rato conmigo y abrázame ¿sí? — dijo mi prima pensando que me iría

— Eso voy a hacer muñequita — dije mientras nos echaba un cobertor encima, estaba algo cansado, y el clima y la ocasión era como para quedarme en la cama con esa princesita

— ¿Primito… puedo chupártela más? — dijo golosamente mi primita después de acurrucarse contra mí; bien sabía yo que le encantaba tomarse mi semen — Si nena, está bien, te daré tu lechita y te la tomarás toda princesa — añadí colocándola frente a


mi verga que aun estaba humedecida por nuestros fluidos y ligeramente enrojecida por la sangre de su desvirgamiento

Comencé a engullirle en su pequeña boquita mi verga la cual ya estaba algo recuperada, salivaba muy bien eso siempre era una ventaja y pronto me tenía la verga llena de su saliva, sin duda mi muñeca estaba hecha para ser una putita, vaya que chupaba bien y se dejaba metérsela hasta la garganta sin replicar demasiado, me encantaba ver como se ahogaba con mi carne caliente y erecta, su saliva escurría deliciosamente por mis testículos y hasta mis muslos.

— Que rica… verga primo — dijo entre chupadas mi prima

— Mmm…si nena y es toda tuya sigue — y así lo hizo, seguía mamando, me encantaba sentir su lengua traviesa lamer mi pene mientras la tenía hasta la garganta, vaya que aprendía rápido la muy zorrita todo lo que yo le indicaba

— Ahhh… aquí viene mi leche nena — dije, pero ella ya tenía buen rato sin sacársela de la boca, quizá necesitaba respirar, igual no pensé en eso y se la engullí hasta el fondo al sentir que me corría, aquello la asfixió y al recibir mi leche tragó mal, sintió que se ahogaba y trató de toser, pero tenía la boca llenita de verga, así que mi leche salió a borbotones por su nariz, fue una de las cosas más excitantes que había visto, se la saqué y tosió fuertemente, quizá estuve a punto de ahogarla, pero estaba bien, terminé de correrme en su carita y en sus casi inexistentes pechitos, se veía como una total putita, su boquita escurriendo un poco de saliva y semen, el semen saliendo de su

nariz, y la carita llena de mis últimos restos de leche

—…Miguel, ya te dije que no me hagas eso… no aguanto, eres malo, otra vez casi me ahogo… — dijo mi prima ya algo recuperada, pero con un poco de cara de enfado por lo sucedido, esto después de limpiarle la carita yo mismo con un pañuelo


— Perdóname princesa, es que eres tan bonita que no puedo evitarlo, perdóname, ¿okey?, ahora ven vamos a dormirnos un rato abrazados como a ti te gusta — aquello pareció calmar un poco a la chiquita y se acostó junto a mi tapándose con el cobertor, al igual que yo; durante un rato seguí acariciando el cuerpecito desnudo de mi primita debajo del cobertor, estaba tan suave todo, sus pequeñas tetitas, sus nalguitas blandas y a la vez firmes, tiernas, pequeñas y redonditas, su coñito aun húmedo y sensible, su cabello, su carita hermosa; continué acariciandola un momento, ella solo se dejaba hacer; instantes después comenzó a besarme ella misma, correspondí a su antojo y besé esa deliciosa y pequeña boquita de labios dulces un rato más, pero finalmente después de un momento terminó quedándose dormidita pues su cuerpecito no estaba acostumbrado a cansarse así; tras unos minutos de tocarla, decidí también dormir un momento, rodeándola fuerte entre mis brazos, sintiéndola pegadita a mí…

martes, 21 de febrero de 2017

KIM


Kim: Mi primita… Mi putita (I)
Nunca pensé convertir a mi primita en la putita más dócil y deseosa que hubiera visto





De pronto estando en mi cuarto se escucharon murmullos en la planta baja, donde están la sala, cocina, y varias habitaciones más; me disponía a ver qué pasaba abajo cuando mi madre alzó la voz.

— ¡Hijo baja!, ven a ver quién llegó —

“Noo… ahora quién demonios…” pensé algo molesto pues no me agradaba mucho tener visitas.


Pero de todas formas me arreglé un poco el cabello, me cambie la ropa por una algo más presentable y me dispuse a bajar.

Al bajar las escaleras observo a mi madre charlando en la cocina, pero aun no logro ver con quien.

Me acerqué, y vi que era mi tía Rose, que hacía tanto que no la veía que por uno o dos segundos no supe quién era, pero finalmente la reconocí, pues la había visto en fotos familiares.

— Hola tía…— dije sonriendo aunque por dentro no me agradaba en demasía el encuentro, pues no nos conocíamos mucho

— Hola… ¿eres Miguel? mira que grande estás ya… cuando te vi la última vez eras un chiquillo — dijo con una sonrisa y expresión que parecía sincera

— Bueno, bueno— dijo mi mama — Hijo, tu tía pasará las vacaciones aquí, así que

la veras por la casa eeh… — dijo sonriéndome mi madre que siempre le había gustado tenerme al tanto de las cosas

— ¿Como?… ¿aquí en la casa?… — dije intrigado con curiosidad

— Pues… no, no precisamente… — agregó mi mama — Sino que ella compró la casa en venta que está vecina a la nuestra… ¿recuerdas? —

— Claro, esa mansión… — dije riendo y como no recordarla si con lo grande que era desentonaba un tanto con las demás casas del lugar, que no eran muchas por cierto, aunque generalmente estaba sola, y sus dueños la habían puesto en venta hacia algunos meses

—Aunque… eso no quiere decir que tu tía no pase una o dos… o quizás diez noches aquí… — dijo sonriendo mi mama

— Claro, okey, entonces estaré arriba… —

— No no, espera aun no conoces a la otra inquilina— replicó mi mama curiosamente

— ¿Otra? — dije confundido —… ¿que la tía trajo una amiga? — dije riendo amistosamente, podría haber pensado que era mi tío, pero claramente había dicho

“inquilina” así que no era él.

— Noo… es mi pequeña… ¡¡Kim… ven acaá…!! — gritó sonoramente mi tía para llamar a su hija

De pronto entró por la puerta una pequeña de corta edad, a simple vista era una nenita, de piel muy blanca, de quizás 1.50 m de altura a lo mucho, cabello muy negro y lacio que tenía peinado en un par de coletas de niñita, su cuerpo aún era de niña pero asomaba que en unos pocos años tendría un cuerpo de locura, pues sus pechitos ya asomaban haciendo un poco de volumen bajo su ajustada blusita blanca, asombroso para su corta edad; su cadera era poco notoria pero llevaba una minifalda rosa de algodón muy


pequeña que mostraba sus piernitas blancas y hermosas, y sus nalguitas eran abultaditas para su tamaño, era aún un poco niña en su físico pero por momentos

se veía ya como una jovencita, estaba floreciendo aun, entrando casi en la etapa de la adolescencia, pero aun por su andar tierno, su voz de chiquilla traviesa y su ropita colorida e inocente mostraba que no tenía nada de malicia “aun”, o eso creí…, quizás por la educación que recibía quise pensar; su carita era hermosa, vi ese par de ojos color miel brillantes y su sonrisita de labios rosados, casi rojos, se mostraban tan suaves en su angelical y juguetón rostro, contrastando con su blanca piel.

— Hola mami — dijo con una voz tierna y algo tímida por mi presencia

— Ven princesa mira… él es tu primo Miguel — dijo mi tía señalándome al tiempo que la pequeñita volteaba a verme tímidamente

— Hola pequeña… — dije sonriendo, inclinándome ligeramente, para acariciarle sutilmente el cabello, esta vez sin fingir mi sonrisa, pues era una niña muy linda y lo de pequeña lo dije porque su mama la trataba como una niña así que yo también, aunque ya no tenía el cuerpecito precisamente tan de niña

— Hola… me llamo Kimberly pero mi mama me dice Kim… — dijo sonriendo tierna y tímidamente

— Okey linda yo soy Miguel y… puedes decirme Miguel, o… primo — dije sonriendo

— Está bien… — dijo dibujando una sonrisa que en ese instante me pareció de lo más seductora

— Muy bien hijo, ahora si puedes ir a tu habitación si gustas — dijo mi madre sonriendo

— Okey ma´ — respondí mientras me dirigía a mi cuarto

Una vez en mi cuarto sin nada que hacer, entre las cosas que hacia, no dejaba de darme vueltas en la cabeza la imagen de mi primita en esa faldita enseñando esas esbeltas, blancas y tersas piernitas.

Ya hacía un tiempo había querido romperle el culito a alguna nenita de su edad, pero había dejado de pensar en eso…, pero ahora la oportunidad era más que perfecta.

Durante toda la tarde no deje de pensar como seria sentarla con su frágil cuerpecito sobre mí, mi verga clavándose en lo más profundo de su virgen anito, como gritaría tras sentirse llena y como seria inundarle de leche su apretado culito… uff… me moría de ganas… pero… ¿como?… además ¿cuándo y dónde? no podía dejar que alguien se enterase de mis intenciones o me metería en serios problemas.

Para entonces ya era tarde y me dirigí a darme un baño para bajarme la calentura, tuve que hacerme una paja y así terminé de bañarme, salí del baño y me fui a mi habitación, y aun con la calentura a mil me dispuse a dormirme pues quería al otro día tratar de dar el primer paso, aunque no tenía mucha certeza de cómo… pero en fin, terminé quedándome dormido.








Al despertar eran alrededor de las 9:30 de la mañana pues como en vacaciones no acostumbraba poner el despertador o alarma del celular, pues despertaba hasta que mi cuerpo lo quería.

Una vez despierto me apresuré a darme un baño, una vez que me duché y me cambié solo seguía habiendo una cosa en mi mente “cojerme a mi primita”, pensando y pensando en cómo hacerme de una situación en la que pudiera hacer caer a esa hermosa nenita, pero nada, siempre había gente en casa, aunque por lo menos ya me llevaba más con mi nueva primita, así pasaron cinco o seis días en los que fui acercándome de manera natural y cariñosa a mi primita y me gané su confianza

al grado que ella pasaba casi todo el día cerca de mi donde yo estuviera, y cuando yo no estaba en casa porque salía por alguna razón, al llegar a casa me reclamaba porque no había estado con ella o porque no la había llevado conmigo como lo hacía en ocasiones.

Seguía siendo una pequeñita tímida pero más acostumbrada a mi y mas cariñosa conmigo; era un deleite verla por la casa en poca ropa, pequeños shortcitos de licra ajustada y blusitas translucidas de niña que con su cuerpecito en desarrollo se veía buenísima aun siendo pequeña; yo aprovechaba para cargar su liviano cuerpecito juguetonamente en repetidas ocasiones y para pasar mis manos sobre sus desnudas piernitas, apretarle sus cálidos y suaves muslos o incluso estrujarle las nalguitas o las tetitas en algunas ocasiones, observándo continuamente como parecía gustarle tener mis manos sobre ella y pronto abusaba ella misma de sentarse encima de mí buscando mis caricias, provocándome erecciones que mi nenita aumentaba con sus nalguitas o su conchita sentadas justo encima de mi verga, mis manos la tomaban de la cinturita y la apretaba contra mí por algunos instantes.

Esto se repetía tantas ocasiones que tenia la verga en unas constantes y deliciosas erecciones que por momentos me costaba disimular, o tratar de hacerlo; pues seguramente mi nenita sentiría eso que se me aplastaba bajo sus nalguitas; era una tentación tenerla encima mio, acariciándole el cabellito, haciéndole cosquillas y demás, solo para seguir disfrutando de su peso y de su calorcito corporal sobre mi verga, y mi nena sonreía casi cómplicemente cada que la veía a los ojitos.

“Ya había dado el primer paso”, pensé mientras estaba solo, pero ahora tendría

que buscar como dar el siguiente paso, pero siempre había gente cerca, me refiero a mi madre y a mi tía; pero fue entonces que poco después escuché que mi madre me decía:

— Miguel, tu tía y yo vamos a ir a casa de Martha y volvemos en unas dos o tres horas hijo —

— Okey quizá vaya con unos amigos, ¿está bien? — respondí resignado a que no podría poner en marcha mi plan…

— No, no, hoy si no, necesito que te quedes y cuides a tu prima que está enfermita de gripe y de su garganta y no quiso ir —


— Pero… mmm… okey ma ́ ya que— dije un poco molesto pues no quería cuidarla enferma, pues no se podría hacer nada al estar enferma

— Solo cuida que no se salga por ahí o que no haga travesurillas — dijo mi tía con voz amistosa

— Okey… yo la cuido, vayan —

— Está bien, ten cuidado, nos vemos más tarde hijo — dijo mi madre mientras oía que su voz y la de mi tía se perdían tras cerrar la puerta de la calle y escuchar momentos después el encender del automóvil.








Pasó alrededor de media hora, y pues tenía una labor, tenía que ver que estaba haciendo mi primita o si necesitaba algo, así que salí de la casa y me adentré a la entrada de la casa de mi tía, que como ya había comentado está vecina de la nuestra y es grandísima, así que entré y pues no sabía muy bien en donde era el cuarto de mi primita.

Había un montón de corredores y faltaba la segunda planta, además nunca había ido al cuarto de mi primita en las veces que había estado en casa de mi tía; hurgué en corredores, sala y cocina y lo que quedaba de la planta baja y vi que no

estaba, así que me dirigí a la planta alta y comencé a dar unos ligeros gritos llamándola.

— ¡Kim! ¡¡Kim ¿dónde andas?!! —

No obtuve respuesta sino hasta que me acerqué a una habitación más al fondo.

— ¡Aquí primito! — respondió mi prima después de reconocer mi voz

Así que me dirigí hacia donde había escuchado aquella dulce vocecita, y una vez ahí…

— Hola preciosa — dije viéndola envuelta en su camita pues hacía algo de frío, estaba nublado afuera

— Hola primito ¿dónde estabas?… ya me había asustado de estar solita — dijo con una risita angelical e inocente que me pareció súper atractiva

— Pues estaba viendo TV, cómo estás enfermita pensé que estarías dormida, pero ya veo que no… —

— Jeje pues no claro que no tonto, solo fingía — dijo traviesamente mi primita

— ?! ¿Cómo que fingías?… ¿no estás enferma? — dije confundido ante lo que decía la que yo pensaba que era mi primita “inocente”


— Pues no, no estoy enfermita — dijo risueña, incorporándose un poco sobre la cama, aun envuelta entre sus cobijas

— ¿Y para que finges mentirosita?— dije confundido sonriendole

— Pues para que te quedaras a cuidarme, yo estoy chiquita y no quería ir con mi mama, quería quedarme aquí contigo… — agregó con esa miradita juguetona que seguía prendiéndome; además pues si no estaba “enfermita”, quizá podría poner en practica mi plan, o mas bien, mis deseos; en momentos como este me preguntaba si en verdad era tan “inocente” como intentaba parecerlo, o si sólo era una pequeña zorrita aguardando a que su primo le metiera mano, esperando a que fuese hacia ella y le hiciera más que eso

— Pues aquí estoy princesa, y… ¿qué quieres hacer? — dije tratando de ir más allá

— Pues ven acuéstate conmigo un ratito porfa ¿sí? — respondió con una miradita de lo más inocente que me acabo de prender, ya mi verga me dolía bajo el pantalón, así que ni muerto me hubiera negado a aquella invitación tan “inocente”

— Bueno, ya voy — dije mientras me subía a la cama y me metía bajo la suave tela con que estaba cobijada

Y entonces, al meterme en la cama y levantar las sabanas, me percaté de que mi pequeñita estaba solo con una pequeña blusita amarilla de tirantes que le llegaba apenas hasta el ombliguito, transparentando y marcando su casi infantil cuerpecito; y debajo tenía solo unos ajustaditos calzoncitos rosados que se amoldaban ajustadamente a esas pequeñas nalguitas tan paraditas, dejando expuestas completamente sus blancas y hermosas piernitas.

Aquella imagen terminó de extasiarme y de matar cualquier resquicio de cordura que pudiera tener en ese momento, ahora solo quería gozar y hacer gozar a esa nenita preciosa.

— ¿Y ahora qué hacemos? — dije impaciente, esperando una respuesta que ayudara a mis intenciones

— No sé… tengo frío ¿porque no me abrazas? ¿sii? — añadió con una miradita de pequeña colegiala, si, a su inocente forma pero era una putita

— De acuerdo voltéate con tu espaldita hacia mí para poder abrazarte, porque si no no voy a poder… — dije sabiendo que lo haría y me dejaría todo su culito hacia mí

— Está bien… — respondió mientras se volteaba quedando de espalda a mi

— Bien princesa solo espera, deja me quito este pantalón que es muy incómodo ¿va? —

— …Si… está bien… pero apúrate tengo frío — dijo juguetonamente

— Ya voy ya casi estoy listo preciosa…aquí voy — dije mientras me metía nuevamente en la cama, le pasaba mi brazo por encima de su cuerpecito y la abrazaba atrayéndola hacia mí, dejando mi verga que estaba durísima bajo mi bóxer, completamente pegada a


su culito, podía sentir como me palpitaba de lo dura que estaba y seguramente ella también lo sentía

— ¡Ay abrázame más primito! ¿…O que no me quieres? — dijo mientras se hacía más hacia mi provocando que mi verga se doblara contra su culito y me doliera ligeramente —… ¿Oye que traes ahí que no deja que me abraces? — agregó mi primita refiriéndose a mi verga, habiéndola ya “notado” causándole “curiosidad”

— Ah, perdón em… pues es mi… mi pene… — dije con un poco de inseguridad ante su reacción pero aun así me calentaba montones

— ¿Y… qué es eso? — dijo sonriendo con una carita que me dejo en claro que nunca había visto uno

— Pues es un… — pensé en que cosa decirle y decidí usar su inocencia a mi favor — Es un juguete solo para niñas buenas y lindas como tu princesa —

— ¿En serio?, pues yo quiero jugar primito porfa, ¿déjame verlo si? — dijo revolviéndose en la cama y rogando que se lo mostrara, así que ahora si la tenía como quería

— Pero las niñas buenas deben ser obedientes ¿entendido?, y las princesas deben mantener esto en secreto —

— Sii… como tu me digas primito, ¡enséñame enséñame! — repitió mi nena, es obvio que mi pequeñita era de lo mas caprichosa

— Bueno, pero yo te diré como lo uses, hay varias maneras pero hoy jugaremos de una manera, ¿sí? —

— Sii, ¿puedo verlo ya? — dijo impaciente por “jugar”

— De acuerdo princesa, pero tú tienes que sacarlo — yo solo tenía puesto un bóxer negro muy ajustado que me presionaba la verga y me estaba matando

— Está bien… deja lo saco — dijo mi prima sonriendo mientras sus manitas comenzaban a hurgar en mi bóxer

Sentía sus manitas tocar mi glande y la base de mi verga pero no atinaba a agarrarlo, hasta que por fin lo hizo y lo tomó con su manita derecha, mientas con la otra manita deslizaba nerviosamente mi bóxer hacia abajo para liberar mi verga que se erectó hacia ella al salir de bajó mi ropa, su mirada se clavó sobre aquella cosa que tenía entre sus pequeñas y suaves manos, lo movía hacia los lados y lo apretaba curiosa, moviendo sus manitas sin experiencia; pero yo la haría una experta.

— Wow primo… es muy grande y muy duro… y está caliente, ¿no te duele primito? — preguntó curiosa mi prima con las mejillas algo rojas por alguna razón mientras me la doblaba un poco

Y nuevamente decidí jugar con su “aparente” inocencia.


— Pues si primita la verdad si, y solo una niñita como tu puede hacer que no me duela, ¿puedes hacer eso por mi preciosa? — dije sonriendo

— Emmm… está bien primito… ¿qué tengo que hacer? — dijo inocentemente mirando con atención mi verga

— Pues primero tienes que lamerlo… chuparlo y jugar con “él” en tu boquita — dije sin dudarlo, pues de eso es de lo que me moría de ganas

—… ¿De verdad primo? — preguntó un poco sorprendida y dudosa

— Si, bueno… si quieres que ya no me duela — dije jugando con la mente de la niña

— Si quiero eso primo, está bien, pero como lo hago… ¿? Es que no se… —

— Pues solo chúpalo como una paleta y trata de meterlo lo más que puedas en tu boquita — agregué impaciente

— Bueno ya voy primito — dijo dudosa, mientras la tibieza de sus manitas me hacia palpitar contunuamente la verga

Entonces mi primita se colocó sobre la cama entre mis piernas y comenzó a dirigir mi verga a su boquita, comenzando a darle pequeñas lamidas a mi verga, tratando de sentir su sabor; aquella escena, mi primita hermosa lamiéndome la verga, era lo más delicioso y excitante que había sentido, con solo unas lamidas y mi glande metiéndose a su boquita, ya sentía que mi verga quería estallar dentro de su pequeña boquita e inundársela de leche; mi verga latía y palpitaba con cada lamida de su lengua.

— Mmm…eso…muy bien hermosa, ahora debes metértelo lo más que puedas en tu boquita ¿sí? —

Asintió con la cabeza y comenzó a engullirse de nuevo la punta de mi verga en su boquita, fue difícil pues su boca era pequeña, pero tras dos o tres intentos ya tenía poco mas que mi glande en su boquita, su aliento golpeaba en mi miembro y el calor de su boquita calentaba aún más mi verga, era delicioso ver como ya un poco de saliva salía entre sus tiernos labios, parecía que le gustaba pues no se la sacaba de la boca para nada, estuvo así durante unos pocos minutos que a mí me parecieron segundos, y paró un momento pues ya no podía respirar bien.

— Vamos nena ¿porque te detienes?, debes metértela toda o te castigaré… — dije tratando de intimidarla

— Si primito… pero no creo que me entre toda en mi boquita… — respondió mi nena que estaba hincada entre mis piernas con la boquita humedecida de su propia saliva y mi verga en su manita igual o más húmeda con el fluido de su boquita

Comenzó a tragarse de nuevo mi verga esta vez casi hasta la mitad con dificultades, la deje mamármela un momento y después la tome de la cabeza y comencé a intentar metérsela más adentro, de primero le daban arcadas y tenía que sacársela y volver a


metérsela, estuvimos así durante algunos quince minutos hasta que de un empujón atraje toda su cabecita hacia mi verga y esta se perdió casi por completo en su boquita.

Sentía su gargantita queriendo arrojar al intruso pero yo presionaba su cabeza contra mí, manteniéndola ahí durante unos segundos, hasta que vi que movía su cabecita, y sus manitas hacían esfuerzos inútiles por quitar mis manos pues ya no podía respirar, tras unos instantes liberé su cabecita y dejé que mi verga saliese del dulce interior de su boquita, la cual estaba completamente inundada de sus babitas.

Mi nena respiraba agitada con la boquita entreabierta llena de hilillos de saliva fuera de ella, mientras yo sostenía su cabecita con mis manos, quitando de su carita sus desordenados cabellitos.

— Mmm…uff… que delicia… ¿te gustó hermosa? — pregunté queriendo ya volver a meter mi verga dentro de esa tierna y pequeña boquita que probaba su primera verga

—…Me gusta chupar tu cosa… sabe rico, pero al final ya no podía respirar, eso no me gusto… —

— Pronto podrás aguantar mucho más con ella dentro, y si la quieres chupar tendrás que dejar que yo te la meta toda en tu boquita cuando yo quiera, ¿o ya no la quieres chupar?
— dije mirándola fijamente

— ¡! No primito no, yo quiero chupártela mucho y puedes metérmela hasta adentro cuando quieras — dijo sobresaltada mi prima al saber que según ya no la dejaría chupar eso que acababa de probar

— De acuerdo nena, ahora ven vamos otra vez, esta vez tendrás que tomarte toda la lechita que salga, no tirarás ni una gota, sino te daré un castigo, ¿de acuerdo? —

— Está bien pero no me castigues primito por favor… — dijo seriamente mi prima con carita de no saber muy bien a que “lechita” me refería

— De acuerdo ahora ven princesa… —

Volví a dejarla chupar a gusto durante un momento y después nuevamente comencé a metérsela más, aun le daban arcadas pero ya no me importó y el mete y saca era continuo desde sus labios hasta topar el fondo de su garganta, apretaba los dientes tratando de no explotar aun, aquello me estaba matando de placer, nunca hubiera imaginado que fuera tan bueno, mi verga palpitaba con cada roce de su lengüita, cada caricia de sus pequeños labios sobre mi miembro me hacían casi acabar, incluso el roce de sus dientitos inexpertos lacerando mi miembro eran un delirio sublime.

Quería darle más y más en esa deliciosa boquita, pero finalmente no pude más y con los últimos bombeos de mi verga se la clavé en lo más hondo de su gargantita y exploté en una corrida que me hizo temblar de la excitación, mis manos seguían aferradas a su cabecita manteniéndola inmóvil con mi tranca en su garganta, a cada espasmo un chorro más de mi corrida golpeaba su gargantita.


— ¡Tómatelo princesa agh!… tómatelo! — indiqué a mi nena con los ojos entrecerrados de placer, sujetando con mis manos su cabecita haciéndola tragar leche por primera vez, sentía el movimiento de su garganta al tragar todo lo que recibía para no ahogarse, de a poco fui sacándosela de la boquita haciéndola apretar los labios para que succionara los restos en mi verga, así lo hizo y salió finalmente mi carne erecta ya un poco flácida

y completamente limpia, vi su boquita y aún quedaba bastante semen en ella pero no duró mucho pues al instante tragó todo como le había indicado, la hice mostrarme su boquita ya completamente limpia, sonreía cual puta después de haberte corrido en su cara,…quizás… ya era mi putita

— ¿Lo hice bien primito…? — dijo sonriéndome con una mirada de auténtica zorrita

— Estuviste muy bien hermosa, ¿te gusto mi leche? — pregunté limpiandole los ojitos llorosos, sintiendo sus cachetitos algo pegajosos por la mezcla entre mi fluido seminal y su saliva

— Si, estaba muy calientita y sabe saladita jeje — dijo riendo mi tierna nena

— Que bueno que te gusto porque de hoy en adelante tomarás toda la que te dé —

— ¿De verdad primo?… a mí me encantaría tomar más ahora — sonrió, sin saber cómo me calentaban con sus palabras

— No nena, ahora te toca a ti sentir rico —

— ¡Si yo quiero sentir rico también! — pronunció con sus hermosos labios rojitos

— Está bien hermosa, primero quítate toda tu ropita y acuéstate aquí boca arriba, levanta las piernitas y ábrelas bien, ¿de acuerdo? — indiqué tumbándola sobre las sabanas

Al instante la impaciente chiquitina se despojó de su blusita y yo mismo le saqué sus calzoncitos; e impaciente abrió de par en par sus piernitas tal cual le había indicado, por primera vez veía su total desnudez de niña, sus pequeños pezoncitos sobre esas pequeñas montañitas de carne que ya asomaban a convertirse en pequeños senos, su conchita era apenas una rayita rosada que se veía demasiado apretada y cerradita, y más abajo estaba un pequeño puntito que era su anito, se veía imposible que algo entrara en cualquiera de sus hoyitos… moría de ganas por metérsela ahí mismo aunque llorase y gritase, aquello ya me tenía completamente erecto de nuevo, ahora iba a tratar de darle su primer orgasmo a mi nena comiéndole su virgen coñito hasta que se desmayase.

— ¿Lista mi amor?, bien abiertas las piernitas eh, y muéstrame tu “colita” hacia mí — en ese momento le tomaba las piernitas con mis manos abriéndoselas lo más posible, dejando su rosado y pequeño manjar al alcance de mi boca; casi babeaba de ganas de probar esa tierna conchita

— Si primito ya hazme, quiero sentir rico — dijo impaciente o quizás caliente mi prima

—… ¿Cómo sabes que sentirás rico Kim? — pregunté curioso


—…Porque… yo me toco ahí… y se siente rico… — respondió algo rojita de la cara la putita chiquitina, “confesándome” que se tocaba el coñito

Al instante comencé a dar pequeñas lamidas en su hoyito entre sus apretados y pequeños labios vaginales, el olor de su cochito era delicioso, comenzó a dar pequeños gemidos y risitas, al principio apenas podía escucharlos, pero pronto comenzaron a ser largos gemiditos y suspiros, sus piernitas temblaban y se movían inquietas en mis manos, después de varios minutos sin darle descanso a su tierna panochita su espalda se arqueaba anunciando su primer orgasmo.

— ¡Ahh!…. ¡Mmmm!….primo siento muy rico… siento que me voy a hacer pipí mmm ¡ahh!…. — mientras yo seguía deleitándome haciendo suaves y marcadas lamidas en su pequeño botoncito, jugaba con su clítoris succionándolo con mis labios, alentado por sus descontrolados gemidos seguía haciendo gritar a mi primita — ¡Ahhy… me va a salir y se siente muy rico, siiii…. primito ahhy!…. — mi nena iba a explotar en su primer orgasmo en su vida, aunque ella se había tocado el coñito antes nunca había sentido “eso”, esto lo supe al preguntárselo después; sin siquiera entenderlo muy

bien estaba por darme sus primeros juguitos

Hundí totalmente mi boca en su conchita al sentir como mi pequeñita explotaba entre grititos, temblando descontroladamente, revolviéndose lo poco que podía en la cama, jalando mi cabello con sus manitas inquietas victima de las sensaciones en

su cuerpecito; mi nena seguía sin dejar de gemir, disfrutando los últimos espasmos de su orgasmo, que claro yo había recibido con gusto en mi boca completamente, lo había bebido como el más delicioso néctar.

Durante algunos momentos dejé que se repusiese de lo sucedido, estaba temblorosa sobre la cama con la respiración agitada aun, mi princesa había resultado de las escandalosas a la hora del orgasmo y a la hora de gemir como putita, se veía tan hermosa ahí que pensé en romperla mientras seguía débil para que no opusiese resistencia; sus nalguitas blancas y paraditas se mostraban de lado a mí, pero no, si lo quería hacer, seria con un poco de su consentimiento al menos, eso si quería poder repetirlo cuando yo quisiera y para no tener problemas por si decía algo.

— Primito… ¿puedes hacérmelo otra vez? — dijo aun débilmente mi prima mientras volteaba hacia mí, sí que sería una putita de las buenas, y sería mía

— No princesita hoy no, porque ya casi llega tu mami y te puede regañar, además no quiero que te canses tanto porque mañana te meteré mi pene en tu cochito y quiero que estés bien descansada, ¿de acuerdo? — dije pasando ligeramente mis dedos por su rosada y pequeña panochita la cual estaba destinada a sentir mi verga desvirgándola, a sentirme rompiendo su tierno himen

— Mm… bueno — dijo desanimada mi primita — Pero no creo que puedas meterme tu cosa en mi hoyito, está muy chiquito aquí — respondió consternada mi prima mientras veía fijamente mi verga y pasaba sus deditos por los labios de su rosada conchita

— Ya verás que si Kim… ya verás cómo te la enterraré entera en tú apretado hoyito —


— Si primo… ya quiero que me la metas mañana — dijo sonriendo; más después me enteré que aunque nunca había hecho nada sexual, por lo menos había escuchado en qué consistía lo que haríamos, y sabía que “meterlo” se sentiría “rico” por eso aceptaba tan gustosa la propuesta, pero a la niña lista le gustaba más hacerse la que no sabía nada, aun cuando lo único que sabía mi pequeñita era eso, respecto al resto de cosas si era inocente mi tierna primita quien pronto estaría abriéndome sus piernitas para qué le rompiera el virgo

“Si claro, veamos si dices eso cuando estés berreando del dolor mañana”, pensé mientras me arreglaba la ropa.

— Pero haber, ya Kim, ponte tu ropita otra vez y recuerda, no le dirás nada de esto a tu mamá porque te regañará, ¿de acuerdo? — dije asegurándome de que no hablaría

— No primo, no le diré nada, pero si ya no “juegas” conmigo mañana como dijiste me pondré triste… — agregó mi prima con una mirada de niña mimada que me volvía a poner la verga a mil

— No te preocupes princesa, seguro que jugaremos —

— Primo pero… — insistió mi nenita mientras la ayudaba a subirse sus calzoncitos

— ¿Si princesa?… —

— Pero si no quieres que nadie se entere, ¿cómo jugaremos mañana si mi mamá estará aquí? — era una buena pregunta, era lista mi nena, pero yo tenía una buena respuesta

— No hay problema princesa, mañana mi mamá va a ir a casa de la tía Laura y seguramente llevará a tu mami, pero tú tienes que hacer que tu mami no te lleve con ella


— Pues, le diré que sigo enfermita — dijo risueña

— No, no Kim, si le dices eso pensará que de verdad estas enferma y te llevará al doctor, tienes que decirle algo como… “Mami, mejor me quedo con mi primo y que él me cuide… además no quiero ir, allá me aburro” —

— Siii, le diré eso, ¡te quiero! — dijo mientras me daba un tierno beso en la mejilla

— Bien ahora ven vamos abajo que ya va llegando mamá — le dije escuchando

el sonido del motor fuera de la casa; aún podía sentir el delicioso sabor de su virginal coñito en mi boca